Jorge Moreno Bulbarela
Si no somos capaces de escribir un poema (que nos impacte) sobre una bolsa de papas vacía, entonces no nos podemos llamar, de verdad, haiyines.
último convoy
una bolsa sin papas
en el asiento
Cómo nos gustan los haiku del detalle que nunca pasaría desapercibido a un niño:
sin corriente eléctrica -
el reflejo de la calle
en el monitor
Rodolfo Langer
un viejo piano
sólo polvo alrededor,
y el silencio.
Muy bien expresada la emoción ante lo caduco, el tantas veces mentado wabi-sabi. Curiosamente, un haiku muy parecido a otro del maestro Maramín, que comento más adelante.
María
Rumor de agua-
se apresura el rebaño
hacia el arroyo.
Este haiku me acerca dos sonidos de la infancia: el cascabeleo de las apresuradas ovejas y el sonido del agua fluyendo. Dos sonidos muy semejantes entre sí. No sé qué extraña perfección tiene este haiku: el sonido fresco que hace que se acelere el paso del rebaño, el olor del rebaño en el aire, el mismo aire fresco de humedad...todo dicho de forma impecable. Podría ser el mejor haiku de este mes.
Patio con luz-
mientras cuece el arroz
el canto del jilguero.
Otra maravilla. Recuerda al clásico: “hasta en la olla / de cocer las patatas, / ¡la luna llena!”, de Kyoroku. ¡Qué encanto tienen estos haiku hogareños, de ama/o de casa, cuando están bien escritos! No digo nada más, volved a leerlo.
Olor a espliego-
la vieja bicicleta
en el desván.
Danos un respiro, María, que, como diría Issa, “da dolor de cabeza tanta hermosura”.
Palmira
Arranca el tren.
En la estación florecen
las buganvillas.
Muy conseguido el efecto de contraste entre el dinamismo del tren y la inmovilidad aparente de las flores. Hermosísimo.
Maramín
Dos haiku de lo decrépito y uno de la vida que brota y engendra más vida. Otra lección más de Maramín.
vieja estación,
tras los cristales rotos
polvo y silencio.
un chaparrón,
dos grandes caracoles
bajo el romero.
al pisar
polvo y cenizas
¿A quién aplasto?
MAVI
Nuestra amiga Mavi (también maestra) nos descubre la belleza en lo más inadvertido. Su mirada abierta, limpia, nos muestra tesoros que acaso no seríamos capaces de ver sin ella a nuestro lado, diciéndonos: “Eh, mira!”
Bancal estercolado
Algo atrae el vuelo
de los vencejos
Pequeño estanque
La carpa engulle un cacho
de pan mohoso
Maizal hasta lo lejos
Ni un palmo de sombra en el camino
El viento trae
un olor de lluvia
al huerto seco
Raijo
Una ranica
recorriendo a saltos
todo el barbecho
Vemos a la ranica, sí, la vemos, está ahí, miradla.
Sobre el charco
cubierto de polvo,
pompas estancadas
La belleza de este mundo es inagotable cuando sabemos mirar. Este haiku es un buen ejemplo de ello.
PINTURA
Fuertes ladridos:
el lento movimiento
de la tierra.
¡Qué contraste tan acertado! Lo estridente, rápido y fugaz; lo callado, lentísimo y eterno.
Cielo estrellado:
la tos y los ronquidos
casi al unísono.
Si tuviera a Pintura (¿es una chica?) ante mí, le haría arrodillarse y, con una espada, la nombraría caballero(¿es un chico?) del haiku. No merece menos esta mezcla inaudita y acompasada de elementos.
Santiago Larreta
sobre la mesa
el libro cerrado
toda la tarde
En la línea de “siguen allí / tal como las dejamos / las cuatro piedras”. Igual de conseguido.
Rafael Costa
Los moscardones
sobre la fetidez
del perro muerto.
Un buen haiku feísta. La fetidez es tan fuerte que cobra insólito protagonismo (los moscardones, más que sobre el perro, están sobre la fetidez del perro). Enhorabuena, Rafael.
Israel
viento del norte -
un mendigo hojea
el diario de ayer
Encantador. El mendigo, abierto a la naturaleza ("viento del norte"), con otro ritmo, distinto al de los transeúntes que pasan, raudos y ansiosos en busca de la actualidad.[/b]
Agosto 2007
Agosto 2007
"¡Gitanos, gitanos!" (Marcello Mastroianni en "Ojos negros")