De Luis Emilio, dos haikus que captan perfectamente la viveza y naturalidad del mundo infantil.
el caracol
avanza por el bordillo,
un niño salta.
dentro del cráter
que dejó la explosión,
juegan los niños
Precisamente así son los lugares preferidos de la infancia: lo extraordinario, lo que invita a la aventura. Muerte y vida dichas con sencillez y naturalidad.
De Orzas, haikus de contemplación, sinestesia y atención:
Total quietud,
sólo avispas y moscas
mueven el agua.
Primeras luces,
centellea entre sombras
el rumor de agua.
Tras la llovizna,
en el tendal aletea
la mariposa.
De Maramín, un haiku minimalista (aún más de lo habitual en este género), otro con un guiño cómico, un tercero contemplativo (de abrumadora sencillez) y un último extraño, pero fiel a la sensación del jaiyín (Issa decía que se comería la “suculenta nieve”, Maramín siente al olor “aletear” sobre los prados como un ser vivo).
Casa vacía,
en el polvo la huella
de una moscarda.
detiene el vuelo
el pájaro en la rama,
vuelan dos hojas.
sin viento alguno,
de repente una hoja
cae.
cielo grisáceo,
el olor de la nieve
sobre los prados.
Lo mejor que se puede decir de estos haikus de J.L. Vicente, es que desprenden aroma a haiku por todos sus poros:
agua que fluye -
y posada en la tierra
una libélula
la gota fría -
en la playa de piedras
una medusa
Sobre las pupilas de un cadáver
brilla un rayo de sol
húmeda brisa
los faroles se encienden
antes de hora
De Palmira, dos: uno pleno de intimidad y paz; otro feísta lleno de gracia y, a la vez, serenidad, con un toque de humor.
Desde la puerta
se huelen las primeras
gotas de lluvia.
Noche estival,
un hombre frente a un árbol
mea despacio.
De Jorge Moreno Bulbarela:
escampa -
la sombra de un perro
se acerca
Frescura, paz y misterio.
zapatos viejos -
el caro libro de Ryookan
sobre la mesa
“Caro” ¿de querido?, ¿de precio? Este es, también un haiku caro en el doble sentido, por su alto valor de haiku casi invisible (apto para paladares entrenados) y porque se instala en nuestro corazón.
María, cómo no, nos vuelve a deleitar este mes:
cerco de piedra-
las orejas del burro
sobresaliendo.
Imposible más naturalidad. Un haiku maravilloso.
arrecia el viento-
quieto sobre la roca
el cormorán.
La figura imponente del cormorán contra el viento se percibe con rotundidad, se cincela en el haiku.
Rodolfo Langer nos presenta uno de mis haiku preferidos de este mes. De nuevo un haiku casi invisible, hecho para ser degustado poco a poco, en varias lecturas:
lluvia otoñal
las hojas han tapado
el sumidero
De Rafael Costa, dos detalles fotográficos. El segundo, un haiku de lo que no ocurre, difícil de ver y conseguir.
castillo antiguo,
los nidos de vencejos
entre las piedras.
cristal opaco
ni siquiera el reflejo
de luna llena.
Raijo se está convertiendo en un haiyín “de culto”, con sus haiku originalísimos, sorprendentes siempre:
Va ventilando
los cuartos desde lejos
la madrugada
Desde el balcón
juegan a ver volar
sus salivas
Jordi Climent nos despierta una sonrisa con esta delicia:
kind of blue -
el lamento de un perro
se une a la trompeta
Carlos nos trae un haiku precioso.
El autobús
perseguido
por la mariposa.
Si me permites, yo lo hubiera dejado así:
El autobús
perseguido por
la mariposa
Septiembre 2007
Septiembre 2007
"¡Gitanos, gitanos!" (Marcello Mastroianni en "Ojos negros")