Selección de JULIO 2023 por Ariel Bartolini "ariel.b"

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Selección de JULIO 2023 por Ariel Bartolini "ariel.b"

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La selección de julio viene a cargo de Ariel. Gracias, compañero 🙏


Selección mensual | Haikus de julio.
Ariel Bartolini


Estos haikus hablan de un instante. ¿Pero cuál es el volumen del tiempo y el espacio en un instante? Hay haikus donde el instante se desliza en el tiempo a través de un sonido, del flujo del viento, pero también los hay que registran direcciones de un movimiento que expanden el espacio. La actualidad del instante puede ocurrir sobre la lluvia de ayer. En el borde de lo fugaz se ven las ruinas subsistentes de un puente. La temporalidad de una labor persevera aún al interior de la bruma. El sonido que emite una cigarra mensura la inmensidad de un monte. Hay un sonido en un hueco de tierra al sacar un hongo. Mientras una tórtola se empequeñece los abejarucos aumentan su canción. El andar de un escarabajo se hila con el canto de un chamarín. Dentro de la brevedad del instante y de la levedad de su masa, el tiempo y el espacio se expanden, se contraen, se revelan, se hilvanan, se constelan.
Estos haikus abren a la percepción la condición compleja del instante, su materia fugaz y a la vez por descubrir. Estos haijines trazan el mapa de múltiples dimensiones y sentidos del tiempo y el espacio en un instante. Estas exploraciones en la “mera nada” de un instante son empeños comprometidos en descubrir lo “inolvidablemente significativo” revelado por Blyth.
Cada línea de un haiku acaso lo intente. Este grupo de los exploradores que pueblan El Rincón del Haiku aportan su evidencia, su cartografía, su red llena. Han llegado, Han descubierto aquello y nos lo traen a que nuestros sentidos vayan, a “buscar lo que buscaron”. Nos llevan allí con sus hojas de ruta abiertas e incitantes a catar los vínculos escondidos del instante. Lo significativo de la mera nada.



17 Julio

Gorka Arellano
liebre


Una liebre

corre entre las jaras -

La lluvia de anoche



En este haiku me impacta el juego entre la métrica y la percepción. La primera línea es fugaz, breve, de sólo 4 sílabas. La sonoridad va desde la larga “u” inicial hasta la contracción del “bre” final. Se cierra, se agazapa, huye. Después del vértigo inicial el haiku se hace introspectivo, dos líneas en métrica de 6.“…entre las jaras” no sobre ni junto, sino entre. Las flores se agitan, se escuchan roces en las hojas achaparradas, deslizándose con la liebre que corre. Hay algo más, “la lluvia de anoche” el agua detenida, roza la piel de la liebre (hasta ahí fuimos llevados, a sentir con la liebre) y salpica, salta, la carrera de la liebre vuelve a mover la “lluvia de anoche”. Ciclos.La liebre roza las jaras pero roza también la lluvia, cruza la lluvia de anoche, pisa la tierra mojada, desaparece, no está, dejó acaso huellas en un barro que no veremos…Quedamos los lectores, ahora, y la lluvia de anoche vuelve a su quietud. Una maravilla del tiempo, el espacio y los sentidos.


17 Julio

Hikari
Chamarín


El canto de un chamarín.

Cambia de surco

el escarabajo



Aquí el haiku descubre en el instante su condición sinfónica. Hilos secretos impercepctibles pero cifrados en lo percepctible de pronto se tensan y se ofrecen a la percepción. A veces los buscamos por el afán compositivo de tener dos polos del haiku, es en vano. Ellos nos asaltan, los hilos del instante manfiestan su estructura relacional, las constelaciones secretas asaltándonos sutiles como un hilo de araña, una baba del diablo que roza la piel antes de desvanecerse. Eso es que al canto de un pajarito escondido en la fronda, que al canto de un chamarín le siga el cambio de surco de un escarabajo. Se revela el eco secreto de las cosas entre si, su Resonancia. Escucho este haiku como a un diapasón que ofrece a la percepción la vibración escondida entre las cosas.



26 jul

Gorka Arellano
tórtola


El vuelo de una tórtola -

Cantan más fuerte

los abejarucos




22 Jul

Idalberto Tamayo
Monte


A través del monte

El chirrido de la cigarra

cada vez más cerca



En estos dos haikus se captura un instante cuyo espacio y cuyo tiempo se registran a través de lo sonoro. El predominio de lo visual al fin es contraído a únicamente contexto, a marco del texto que constituye un sonido acaso imperceptible a primer oído. “A través del monte” es un marco donde el movimiento de una cigarra es escuchable. Distraerse del vuelo de una tórtola, cerrar los ojos y atender el canto de los abejarucos. No el colorido, el canto invisible. Por condición recíproca, el sonido de los abejarucos y el chirriar de la cigarra sitúan al haijin, pero todo es válido apenas un instante. La cigarra se mueve, la tórtola voló, el sonido se desvanece en el aire. Percibir la condición efímera del instante es el antídoto contra la tentación de los significados. Lo percibido en su devenir muta y sólo queda en estos haikus, el sonido del fluir del mundo.


19 Jul

Mary Vidal
escarchilla

Silencio

La escarchilla

en los agapantos



Aquí se invierte la llave del sonido. “Silencio”, primera línea de 3 sílabas de un haiku mínimo (segunda línea de 4 sílabas y tercera línea de 6) 13 sílabas, e inmenso. El haiku nos calla, calla al mundo, calla todos los “otros” estímulos. Apaga la extensión del escenario, y en la concentración, la mirada llega a conmoverse ante el brillo de la escarcha en unas hojas de agapantos. El mundo amanece, todo lo visible se presenta, pero no. La escarchilla en una hoja esbelta. La escarchilla, que ya disipará el primer calor de la mañana, ahora es lo que hace callar al mundo y nos deja ante sí, Mary nos lleva ante ella con esa palabra que, como bien descubre Mavi, disminuye incluso a la escarcha, hace más leve, aún más inasible la maravilla fugaz que el haiku atrapa y presenta. Un “Silencio” es necesario para contemplar entre todo, a la escarchilla. Es la llave que Mary nos brinda en este haiku.



12 jul

Idalberto Tamayo
Camino


Camino antiguo

A ambos lados del río

restos de un puente



Un haiku de métrica clásica donde a ambos lados del río se percibe lo que permanece, el camino que abre la primera línea, y lo que ya no está, el puente que cierra la tercera línea. El haiku es un camino entonces, un camino de que prevalece y de lo que sucumbe. Pero el espacio del haiku es lo que ni subsiste ni ha desaparecido, los restos. Lo efímero del puente que ya no existe se manifiesta por los restos a ambas orillas, en medio, el río, lo al mismo tiempo fluyente y constante. Un delicado equilibrio de percepciones y ecos que asoman ante la chispa de lo sagrado.


11 Julio

Gorka Arellano
sonido


El sonido

del hongo negro

al ser arrancado



La brevedad de este haiku de 15 sílabas, se inicia con una primera línea de apenas 4 sílabas, un artículo y un sustantivo. Sin embargo en esa contricción está todo el espacio del haiku: un sonido. Este haiku de Gorka es un solo sonido, breve, sólo el sonido de un instante. El instante en que un hongo es arrancado. Este haiku por tanto es toda amplificación en la experiencia del lector. Ahí está la magia del haijin, captar la resonancia primero, generar en el lector la resonancia después. Pero no la misma, no un espejo, sino un eco, un rebote de nuevas resonancias que hacen del haiku pulido un texto breve pero abierto y abriéndose. Un haiku táctil, la ternura del hongo apretado en la mano que lo arranca. Un haiku de tierra, la génesis y materia donde el sonido se produce. Lo visual del hongo negro y la negritud de la tierra, del humus subterráneo que asoma en el sonido. Un sonido como el de la rana de Bashó, que no se extingue, que perdura en el lector abriendo resonancias. Y al acabar estas y volver a contemplar, un último eco de mu-i: el hongo ya no está, queda la tierra ahuecada en un sonido.



14 Julio
Calina
Mavi

Calina.

De noche aún

arrancan patatas


https://www.rae.es/dpd/calina


En los bordes de la mirada, la niebla. En los bordes de la vigila, la noche. En el borde del suelo, el vapor emergente. En el borde del sueño, “de noche aún” arrancan patatas. Un haiku que sintetiza las tensiones interiores de un instante que el haijin percibe y documenta, sensible como un sismógrafo. Aquí están todas, cada palabra va internándonos en una progresión tenue, no vertiginosa, leve como la atmósfera en que ocurre, en la maravilla de la ambigüedad, de lo que no es ni una ni otra cosa, en la indeterminación conmovedora de un suceso. Un verbo irrumpe recién en la anteúltima palabra, “arrancan”. Nos instala en una acción del borde: el que arranca tira de algo que estando arraigado en un margen pasa a otro, cruza. Interesa al caso la etimología de “arrancar” : del francés antiguo “ranc” es el desbande, la tropa que rompe fila, se dispersa y desarraiga. La acción del haiku sucede en el cuenco de una mano. En la inmensa niebla de la noche una mano extrae una patata de la humedad del suelo oscuro. Ahí está todo.



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