Diciembre 2007

Haikus destacados por los participantes del foro
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Mavi
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Diciembre 2007

Mensaje por Mavi »

Selección de diciembre de 2007




Casi a punto de llover...
un mirlo con algo en el pico


(José Luis Vicent)


El punto álgido de una inminencia y el máximo nivel de precisión que puede alcanzar la atención del haijin. Podríamos leerlo una y otra vez, una y mil veces. Un haiku de tanta autenticidad puede soportar millones de lecturas sin perder su capacidad de conmovernos.





sin amanecer,
se desliza la bruma
sobre el pantano


(Arthus)



Frío aguacero.
El olor del bosque
llena la choza.


(Carlos)



Crepita el fuego
sobre las piedras del hogar,
ruido de lluvia.


(Rodolfo Langer)



En el ocaso,
una gaviota azul
entre las nubes


(Luis Emilio)



muy lentamente
caen las hojas -
el murmullo del agua


(María)


Todo se desenvuelve. Todo es proceso. Desplazamientos de colores, sonidos, olores y formas se dan de manera incesante unos sobre otros. Y nosotros ahí, en medio, como si nada pudiéramos devolverle al mundo, como si de ninguna manera pudiera materializarse nuestra gratitud. Muchas veces cometimos el error de creer esto y, sin embargo, teníamos todo por dar. Nuestros sentidos, nuestro corazón, todo lo que somos se va paulatinamente entregando a sentir. El mundo no existe si nadie lo siente.






Alba invernal
la mitad de la cama
sin deshacer


(María Asunción)


La mitad de la cama sin deshacer; no la mitad deshecha. No la huella que alguien dejó en el lecho, sino la huella de la ausencia. Porque lo que no ocurre, lejos de no importar, lejos de no ser nada, tiene una enorme presencia en nuestras vidas: Lo que no sucede -con su peso, su volumen, su olor y su temperatura- deja caer toda su posibilidad sobre este haiku. Y es tan real lo ausente que se delimita por sí mismo en la intimidad que estas palabras atesoran.





En las aceras
árboles y farolas
intercalados


(María Asunción)



Cuerpo abrigado:
de los árboles altos
sólo los troncos.


(Pintura)



calles vacías,
se escucha la muleta
repiqueteando.


(Rodolfo Langer)



El roquerío,
en él un árbol seco-
lejos, el bosque.


(Radoslav Ivelic)



Acantilado.
La manta del vagabundo,
abandonada.


(Carlos)



Nueva urbanización
en solar sin obras
pasta un rebaño


(María Asunción)



Fin de Diciembre:
una última hoja
en la morera.


(Carlos)


Sin atención no hay nada. Sin momento percibido como haiku, con su orden, su estructura, capaces de (re)producir el haimi, no hay nada. Si no vemos cómo las cosas establecen entre sí su trabazón de relaciones, estamos excluidos de su amparo. Escribir el haiku es lo de menos: O empezamos por sentir que hay verdad y belleza suficientes en las cosas tal y como son, o no lograremos jamás la naturalidad debida para merecer estar -y para merecer desaparecer- entre ellas.





al cruzar el puente
los coches reflejan
el sol de otoño


(I.L. Balan)


El preciso momento en que cruzan. El reflejo multiplicado una y otra vez en el fluir de un río de coches. Como si pasase de un vehículo a otro. O como si la posibilidad del reflejo estuviese quieta, esperando a ser atravesada por los objetos: Una luz atrapada en el espacio sobre el río, tratando de salir del puente sin conseguirlo en ninguno de los intentos.




Por una grieta
el verdor del helecho.
Jardín cerrado.


(Palmira)



todo el cielo
dentro de una hoja
en una gota


(Gustavo Scarone)



Paró la lluvia-
brillando está un sol
en cada charco


(Radoslav Ivelic)



la luz del sol
en el verdor del prado -
pastan las vacas


(María)



Tejas heladas,
una gota tras otra
cayendo al charco.


(Orzas)


Como si no pudiera contenerse en el espacio cerrado tanto verdor, el helecho por la grieta. A cada bocado de hierba, en cada charco brillando, el sol. Dentro de una hoja, en una pequeña gota, la inmensidad... Inmensidad que cae, gota a gota, en un charco que crece hacia su desaparición.





cola de ardilla:
el cable de teléfono
aún se mueve


(Jorge Moreno Bulbarela)



Día de nieve-
un camino de huellas
que no regresan.


(Miraalsur)



silba un tren -
esta noche sin nubes
se va el otoño


(Jorge Moreno Bulbarela)


Alguien que dejó unas huellas en la nieve, el otoño, la nerviosa ardilla... Los autores de estos haikus nos han dejado como por arte de birlibirloque ante lo que ya no está. Nuestra imaginación se abre sin proponérnoslo y permanecemos asombrados ante una realidad que, habiendo sido convocada por el haiku, se sitúa fuera de él. Vemos, más allá de los confines de la escena, que una vastedad se abre. El haiku se convierte en una flecha que se dispara en la frontera del territorio conocido y que desapareciendo en lo invisible lo nombra, lo reconoce, lo hace presente. No-estar como una forma de traer lo oculto a la realidad.




parece contenta
frotandose las patas
aquella mosca....


(Santiago Larreta Irisarri)



Rosco con punta
enmedio de la acera,
aún humea.


(Rafael Costa)



De nuevo viento,
y en las ramas del chopo
no quedan hojas.


(Orzas)



jardin helado
saltando el gorrión
no deja huella


(Santiago Larreta Irisarri)



Noche de viento,
entre murmullos de hojas
algo se agita.


(Orzas)


Su mirada está desprovista de intención y de prejuicios pero el haijin es un ser con expectativas, un ser lúdico que ama la interacción de las cosas y los seres y que, en cierto sentido, la espera. Nada hay más divertido, más sorprendente, más instructivo, y hasta más espeluznante, que un instante de plena atención al mundo.





Luna de invierno,
tras la oxidada verja
la nieve blanca.


(Orzas)



el perro entra
al cuarto del niño enfermo
la primavera


(Miralsur)



lluvia de enero
un potro se espanta
de mi paraguas


(José Julio)



Nubes y claros
Sobre el lomo del perro
un rayo de sol


(J. L. Vicent)



en la esterilla
helada, la tenue luz
del atardecer


(Arthus)


Hemos dejado estos haikus intencionadamente sin comentario para el final. Que su belleza y su hondura acompañen y hagan propicio desde el comienzo este nuevo año.

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