Enero 2008

Haikus destacados por los participantes del foro
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JL.Vicent
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Enero 2008

Mensaje por JL.Vicent »

Hola a tod@s:

He aceptado con placer y no exento de cierto temblor, la propuesta de Luis Corrales, para seleccionar mes a mes vuestros haikus en el Buzón; cubriendo así la labor que nuestra amiga Palmira venía desempeñando hasta ahora. Espero, como así se lo he manifestado a ella misma, que dicha ausencia no se prolongue demasiado. La ausencia, aunque circunstancial, de una haiyin de su talla, desequilibra sin duda el cuarteto que el amigo Luis tenía planteado desde el comienzo.
No sólo renuevo las gracias a Luis por su confianza, también a tod@s vosotros por la participación y el nivel de los haiku.

SELECCIÓN DE ENERO.


Palmira.

Casi hasta el suelo
cuelgan hierbas salvajes
del ventanuco.


Tristeza sólo aparente. Donde la intensidad de la naturaleza y el devenir, siguen su curso; esa hierba que desciende de nuevo hacia la tierra y que resurge hacia el exterior. Sublimación de la vida.


Resbala el viejo,
el niño con caricias
lo tranquiliza.



Cuantísima ternura en esas manos pequeñas. Qué gesto tan necesario y reconfortante se nos brinda a todos. Cabría repetir aquí una cita de Haya del libro Haiku-dô: Este haiku, en realidad, nos está hablando de lo único que quizás es verdaderamente trascendental de la naturaleza de los seres humanos: la inocencia de la infancia. También del amor.
En un mundo como el nuestro, en el que cada vez se hace más complicado dedicar la atención necesaria que los hijos requieren por derecho, esta lección, la del niño tranquilizando al abuelo, nos tranquiliza a su vez a todos nosotros.



Santiago Larreta Irisarri.

atardeciendo
y el caracol, al fin,
junto a la piedra



Se diría que lo recorrido hasta detenerse junto a esa piedra, vestigio al fin de toda duración, ha sido medido y mediado por la presencia del astro en contraste con la pequeñez y lentitud del caracol. Piedra que a su vez puede ser tan gigantesca para el caracol como una montaña. Un haiku absolutamente contemplativo, que transmite serenidad y una curiosa sensación de permanecer exhaustos junto a ese caracol.


castaña podrida
un gusanito blanco
viviendo allí



A semejanza de ese vivaz inquilino, qué maravilla cuando permitimos que nuestro niño interior aflore desde las capas más profundas de nuestra coraza. El tema me ha recordado estos versos de Eloy Sánchez Rosillo, Y allí me encuentro siempre a un niño desvalido/que me mira con ojos de reproche y me dice:/”¿Por qué me abandonaste?”.
Un haiku delicioso y fresco: el asomo del infante que aún conservamos.



il.balan.


muro encalado -
la sombra de un pájaro
en la de un árbol



El haijin nos muestra, fascinado, este juego de sombras chinescas que se proyectan sobre el blanco muro; y nuestra fascinación llega a tanto, que hasta olvidamos por completo al pájaro y al árbol de carne y hueso, que da origen a las sombras. Aunque la física sea una ciencia precisa y a veces muy abstracta, lo cierto es que la contemplación de unas sombras en movimiento, atrapará nuestra atención abstrayéndonos por completo de esa sugeridora danza de luces y sombras que es el acontecer de lo real para nuestros sentidos. A veces nos sentimos espectadores privilegiados de una especie de teatro interior que representa para nosotros un enigma.
También, aunque lejos ya de la emoción de los sentidos, a mí, personalmente, me ha hecho pensar, de nuevo, en el “mito de la caverna”.



el rostro de la anciana
al barrer la acera -
el año nuevo


Cuántos contrastes dentro de un mismo haiku-senryû (no sabría decir). Me sorprendió este poema por su agudeza y sagacidad; por ese cotejo entre lo que comienza y lo que termina y por la carga de mordacidad que también es capaz de transmitir cuando miramos a ese rostro de piel arrugada y escoba en ristre, como con una maldición entre dientes…


Rodolfo Langer.


baten las olas
el cuerpo de la foca,
playa agreste.


Vemos con cada embate de las olas, el cuerpo macilento y roto de un animal que poco antes era todo ímpetu, debatiéndose ante un mar de eternidad. Aquí lo agreste, tiene resonancias de muerte. Y la muerte, en este caso, sigue batiendo las olas contra una playa, contenga o no la presencia de la foca. Nada se detendrá en ese universo salino; ni siquiera cuando la vida se haya extinguido. El mar inmenso en el que bulle la vida… y la muerte.



cubre el patio
la sombra del nogal,
un perro duerme.


La placidez que otorga la sombra del árbol propicia el sueño del animal; indiferente ya a su cometido como guardián y señor del patio. Ahora es el árbol quien custodia el sueño del perro. Hermandad entre seres de distinta naturaleza bajo el amparo de la sombra. Reflejo de armonía total.



Radoslav Ivelic.


En el anzuelo
aún se agita el pez
y brilla al sol.


A poco que nos fijemos, en esta imagen colmada de luz y de reflejos, como un fogonazo, todo, desde el brillo de las escamas hasta el mismo anzuelo y sedal del que pende el pez, se ven con absoluta nitidez (una instantánea realizada como con una cámara reflex digital) porque este haiku es un milagro de luz capaz de transmitirnos la fuerza que se agita y se resiste a la extinción definitiva. Cómo rendirnos cuando el sol está brillando en toda su gloria.


Eran doradas-
barrió el jardinero
las hojas muertas.



No importa lo esplendorosos que pudieron llegar a ser los objetos naturales. También hay una belleza difícil de apreciar pero presente sin duda en la muerte; es la belleza de la regeneración, no de la continuidad… Si nos detenemos a contemplar con atención a esas hojas doradas, percibiremos la belleza de esa transformación; la calma que transmiten antes de que venga el jardinero a barrerlas.



Jorge Moreno Bulbarela.



casa vacía -
una salamanquesa
en la alcoba


Y un ojo sagaz, el del haijin, que ante la supuesta vacuidad de una estancia es plenamente consciente del equívoco de las apariencias. Por minúsculo que sea el inquilino, la realidad llena toda la estancia con sus escasas sílabas.




día de niebla:
siluetas de pelícanos
en una roca


Sugestiva presencia de unas siluetas todavía identificables. ¿Llegaremos a perderlas de vista del todo? Yo pienso que no, que dicha imagen permanecerá ya por siempre en ese trasluz. La roca será su pedestal.



Viento.


entra en la sombra
del muro un insecto
que resplandecía


No se trata esta vez de ningún insecto nocturno: si fuera así la sombra sería la misma noche; y sólo de noche tiene sentido hablar de bioluminiscencia. Se trata más bien, de la brillantez de la queratina de un coleóptero, que imagino de un verde dorado y brillante (del tipo como el cetonia aurata) que en su búsqueda de alimento, tal vez próximo a un rosal, se adentra en la espesura de la sombra. Puede que tanto brillo y belleza sea una invitación o una amenaza; la luz que este insecto refleja puede ser un revulsivo para las aves o por el contrario ser un blanco andante por atraer las miradas hambrientas de otros seres. Suerte que esa mirada haya sido la de un haijin, haciéndonos partícipes de su asombro. Queda el suspense de esta misteriosa odisea de la naturaleza, ¿veremos nuevamente el resplandor surgiendo de la sombra del muro?




Maramín


La luna llena,
olor a crisantemos
en el salón


Si nos dejáramos llevar por ciertas connotaciones culturales propias o ajenas, observaríamos una correlación exacta entre la luna y el crisantemo, símbolos que por tradición bien podrían aludir a la muerte. Pero tanto la luna como el crisantemo, son dos manifestaciones de la realidad, cósmica una, vegetal la otra y que también guardan una estrecha relación cuando dejamos de lado toda interpretación y cultura y nos adentramos en la pura percepción sensitiva a través del olfato. Entonces se abren ante nosotros las puertas del gran salón de los sentidos. Y la luna vuelve a ser la luna y el crisantemo sólo el crisantemo; sólo con nuestros sentidos, logramos dejar de estar embotados; no nos enriquecemos culturalmente, sino sensitivamente, ya que nuestros cinco sentidos nos ponen de igual a igual con el mundo, nada menos.




Rafael Costa.



pájaro viejo,
las cáscaras de pipas
alrededor.



Una imagen de la que emana una cierta melancolía contenida; más que por la expresión del primer verso, por ese adverbio final. Un haiku sugerente y tal cual.




Orzas.



Viento de enero,
aferrada a la rama
gira una hoja.



El ciclo estacional es la renovación. Y ya lo dijimos: la regeneración y el cambio no es la pervivencia. La aniquilación de los seres vivos se cumple ininterrumpidamente; esa es la ley en la naturaleza, salvo que también hay hojas que se resisten a dejar su sustento y giran y giran sobre sí mismas, como si la vida les fuera en ello…


Tarde de invierno,
en un nido sin pájaros
caen las hojas.



Otras veces, desprendidas de forma natural, sin viento que les ayude, se precipitan desde cualquier lugar o desde las mismas ramas que sostienen un viejo nido. Da lo mismo: la vida no se detendrá. Sea en un nido o en tierra, de nuevo surgirán los seres, y otra vez se poblarán las ramas de hojas verdes y de plumón el fondo de los nidos.



Gustavo Scarone.


en los aleros
el ruido de las gotas
va menguando



Como si de una sinfonía de gotas se tratara, el haijin, absorto en la escucha atenta del sonido producido por la lluvia, nos hace partícipes de ese ritmo menguante y del fluir de las cosas; nada es igual en cada instante del movimiento, todo cambia, todo es y no es: basta con escuchar el silencio para darse cuenta de que no puede ser.
Así como la función de un alero es evitar que el agua acumulada en el tejado resbale directamente por las paredes, la del haijin es evitar que esos cambios y esos ritmos por mínimos que sean se pierdan para siempre.



M.Asunción.


Día soleado
Infinidad de azules
el mismo mar


Me atrevería a decir que lo que este haiku nos muestra, es un glorioso día de sol sobre el cielo, iluminando una infinidad de mares distintos, repletos de matices y brillos.



Aquel avión
suspendido en el cielo
Atardecer


Hay cielos y momentos del día que parecen acompañar al movimiento de los aviones y de sus rastros; sin embargo, el atardecer invernal es un cielo que condensa la imagen y parece detener el tiempo, como si nos mostrasen una fotografía o una pintura. Un instante de espacio y tiempo suspendido y fijado en la retina. Una aeronave en la que un grupo de personas en su interior viajaran de un lugar a otro sin que notemos su presencia, su insoportable levedad. Cierto es que la vida pende de un hilo y gira y gira, aunque también haya momentos en que sepa desplazarse contra la gravedad que la oprime.




María.



porche de invierno -
en el pelo de la abuela
rayos de sol



Una imagen cargada no sólo de rayos de luz que descasan sobre el cabello de una anciana, sino de paz y ternura.

la aureola de la luna -
el olor de la tierra mojada



Haiku es contraste, pero también relación misteriosa entre las cosas por lejanas que se hallen las unas de las otras. La armonía interior es un darse cuenta de las cosas que están a nuestro alrededor, como esa aureola de la luna; aceptar los hechos que no pueden cambiarse, oler esa humedad de la tierra sin dejar que una cosa se sobreponga a la otra. Valdría como decir, el olor de la luna al caminar sobre la tierra.

otro amanecer -
por la ventana abierta
olor a mar


La autora nos regala otro haiku en donde el sentido del olfato parece ser predominante. Sentido este tan sumamente subjetivo y del que se requiere un largo entrenamiento para discernir los olores y saber traducir a palabras impresiones nada fáciles de describir. Sin embargo, basta que abramos una ventana, para que sin necesidad de descripción alguna sintamos todos cómo huele un amanecer en las Illes Balears.




Miraalsur.


niebla:
entre el más allá y mi alma
unas pocas luces.


Identificábamos en un día de niebla la silueta de unos pelícanos, posados sobre una roca; en este otro haiku, de Miraalsur, la propia haijin está tan envuelta entre esa densa niebla, que se hace difícil casi para sí misma el percibirse físicamente. La sensación inmediata puede parecernos desoladora; sólo unas pocas luces mortecinas a medio camino entre lo que está más allá de sí misma y ese más acá de la niebla en donde todo queda envuelto y disipado. Donde el machadiano sendero entre sueños, el de ese transitar “siempre buscando a Dios entre la niebla”, nos confirma a su vez que todo sendero es introspección, búsqueda de esas pocas luces interiores en nuestro caminar errante.




Mavi.



Cercano a su fin
un cuerpo que aún se eriza
al asearlo


No sabemos nada. No se nos dice si se trata de un ser humano o de un animal cualquiera, como un felino o un caballo. La autora sólo parece querer comunicarnos una impresión profunda y el asombro por tan sorprendente suceso. Nos habla de un cuerpo, más bien de un organismo cuya complejidad nos sobrepasa en realidad a todos; es la expresión desnuda de cualquier otra circunstancia relativa a la condición de género, especie o familia, si exceptuamos la del primer verso, el cual nos ubica. No hay pregunta que valga, no importa, pero sí sabemos algo; lo sabemos porque así nos lo quiere mostrar la haijin con ese verbo “erizar” que contiene una doble significación: el de la rigidez del pelo cuando se levanta como respuesta a un estímulo sensorial y esa otra rigidez, anunciada desde el comienzo, del cuerpo tras haber llegado a su final.


Rueda un pozal
En la noche helada
la blasfemia del vecino


He aquí un poema cuya frescura y naturalidad sólo se puede igualar con la misma noche. El haiku, ya lo dijo Bashoo, “es lo que está ocurriendo en este mismo lugar en este instante”. Alguien que tropieza con un pozal en medio de la noche y suelta una blasfemia como quien eleva una plegaria, es un aquí y ahora; pues en el mundo del haiku, la plegaria o la blasfemia, es lo de menos; aquí de lo que se trata es de la espontaneidad misma, del gesto o la expresión de alguien contrariado: un ser humano; alguien capaz de amar y de odiar, de blasfemar o de poetizar.




Raijo.


Por la cornisa,
un gato con arcadas
de trecho en trecho


Un haiku que nos describe un instante en la vida de un gato en completa armonía con la naturaleza; tal vez haya tragado demasiado pelo y esté ahora eliminado el exceso de su estómago. A veces, lo que a nosotros nos pueda parecer una enfermedad o malestar, es justamente lo contrario: el remedio que la naturaleza emplea para evitarlo.


Calleja abajo,
una pelota;
sus botes, espaciados



Fascinación por el movimiento de un objeto que asciende y desciende sin que nadie lo empuje y el ritmo propio que adquiere por la inercia, contemplado como un hipnótico acontecimiento que sólo la Física tratará de explicarnos. No me extraña que haya quien piense que si algo se mueve es porque tiene vida, o que algo se la infunde. Casi puede escucharse la risa y los gritos de un crío detrás de esos botes tratando de alcanzar a la pelota.



Pintura.


Sol de mañana:
en el árbol sin hojas
los gorrioncillos.



Siempre me llama la atención ver en los árboles ese confuso revoltijo de hojas y pájaros que en ocasiones se forma. Cómo, en otras, los pájaros contribuyen a dejar las copas sin hojas más pronto de lo que lo harían sin esos visitantes; o de cómo en alguna ocasión hemos confundido un solitario pajarillo con alguna hoja de esas que se resisten a desprenderse. Ahora se trata de que unos gorrioncillos andan dando vida y jolgorio a esas ramas adormecidas y deshojadas por completo. Un haiku alegre y vitalista: lleno de encanto y autenticidad. Me gusta por la sencillez y porque por eso mismo sugiere.




Luna de enero:
una vieja canción
dentro del coche.


Encantador haiku intimista, diría yo, por cuanto nos está confesando su autor un sentimiento de nostalgia. Qué de recuerdos no despertará también en muchos de nosotros la compañía de una luna de enero en el interior de un coche…




Arthus.



noche de reyes-
en la gasolinera
estrella sin luz



He aquí, de nuevo, otro haiku de este autor que vuelve a recordarme a Kerouac y el camino. Se trata, a todas luces, de un haiku urbano tremendamente sugeridor. Fantástico en su género.



estremecida
la rama abandonada-
voló el gorrión


Haiku que sobrepasa la mera instantánea dado que incluye la visualización del movimiento vibrante de una ramita. El haijin ha sabido perpetuar a la perfección ese milagro. Una ramita estremeciéndose: la eternidad de ese abandono.



Carlos.


El gorrioncillo
mirando a todas partes
sin un ala.


La indefensión de un gorrión, de cualquier avecilla, es ya de por sí una característica consustancial a su naturaleza; pero en este caso, el haijin ha captado el colmo de la extrema indefensión. Una única ala supone la muerte anticipada. Presa fácil para una infinidad de seres que pueden llegar desde cualquier punto y que se servirán sin dudarlo de ese acontecimiento natural y exento de crueldad.


Por donde quieren
mis piernas, caminando,
lloviendo.



Un haiku atrevido y personal, que nos recuerda no sólo a Santoka, sino a cualquiera de los errantes peregrinos, hombres y mujeres del haiku, que hicieron del caminar, del errar a la intemperie, su más preciado logro para consigo mismos y por fortuna, para el resto de los mortales.



jclimentb


mar transparente -
las pinzas del cangrejo
muerden la luz



jclimentb es todo un experto en mostrarnos esas maravillosas escenas que no todos tenemos la suerte de poder presenciar al natural, si no es a través de documentales televisivos. Por suerte para todos nosotros, los que buceamos no más allá de lo que da de sí nuestra bañera, tenemos los haikus marinos de este haijin ya curtido en los entresijos del arte. Está clarísimo, al igual que esa transparencia del agua, que la fuerza de este haiku soberbio para mi gusto, está en la acción de “morder”; término que en una primera lectura nos haría revisar esa palabra por otra quizá más precisa (como es pinzar, atenazar) pero menos expresiva. ¿Por qué no va a comenzar el aparato digestivo de un cangrejo, en sus mismas pinzas que han de sujetar todo alimento que se ponga a tiro?; ¿acaso nuestro sistema no comienza en los dientes…? Pues ya lo tenemos: un cangrejo intentando comerse la luz, morderla, y averiguar a qué sabrá tantísimo misterio, tantísima belleza. Excelente haiku, ya lo creo…



lluvia ligera -
se deshace la espuma
del capuchino


Una buena manera de mostrarnos el transcurso del tiempo en ese contemplar un chubasco, ajenos por un rato a todo negocio, absortos o ensimismados, mientras la espuma hace ya buen rato que se fundió. Esos instantes, y aún mejor si acontecen en mitad de un descanso laboral por la mañana, nos permiten seguir adelante con mejor ánimo que el efecto de ese capuchino. Nada como tomar contacto con la Realidad entre un montón de asuntos oficinescos.




Un cordial saludo para tod@s vosotros.
Todo lo bello tiene una marca de eternidad. Simone Weil
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