Marzo 2008

Haikus destacados por los participantes del foro
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Mavi
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Marzo 2008

Mensaje por Mavi »

Selección de marzo de 2008





Sentado a la sombra,
en el cordón del zapato
una oruga


(José Luis Vicent)

La delicada composición de los elementos de este haiku primaveral lo convierte a nuestro juicio en el más clásico de todos los publicados este mes en el Buzón. Está todo ahí, a la vista, y a quien quiera iniciarse en este camino le bastará leerlo unas cuantas veces para aprender mucho sobre la naturalidad, la humildad y el sabor del haiku japonés.





flores silvestres:
sobre sus pétalos
lluvia de primavera


(María)



mañana húmeda -
los bancos de la plaza
llenos de diarios


(Jordi Climent)

Flores en la lluvia y diarios cuyas palabras de ayer se diluyen en el relente de esta mañana. Flores mojadas y papel mojado. Mientras la lluvia cae sobre los seres que viven de su providencia vivificándolos, la humedad se perfila como enemigo de nuestros cuerpos, cada vez menos dispuestos a soportar incomodidades de ningún tipo. Para el ser humano que se expone a la inclemencia, la realidad no es un concepto a debatir: Es un pantalón calado que nos mete el frío en los huesos por habernos sentado en un banco cubierto de relente. Y se nos volverá algo insufrible a menos que estemos dispuestos a concederle la posibilidad de enseñarnos en carne propia lo que tantos haijines experimentaron en una vida de errancia e intemperie.





antes de llover
la última hormiga
con su hoja


(Gustavo Scarone)


soplo de brisa-
las flores del ciruelo
se han helado


(Arthus)


Mitad del huerto
Hacen de espantapájaros
bolsas de plástico


(María Asunción)


rayo de luna
a través del cristal,
ladra un perro.


(Rodolfo Langer)


Al sol de marzo,
en las briznas del césped
brilla el rocío.


(Orzas)


En el preciso instante en que pusimos atención, el soplo de brisa delató la muerte de las flores, el viento animó unos plásticos, el sol iluminó el césped… En el preciso momento en que un rayo de luna vino a través del cristal, ladró un perro. Cuando ya iba a comenzar a llover, la vimos: la última hormiga. ¿Es que no hay soledad que no acabe en haiku? La soledad del haijin se vuelve poderosa atención. Cuando nos vaciamos de nuestras palabras, todo nos busca la piel.





luna diurna -
en los dientes de león
flor y fruto


(Jorge Moreno Bulbarela)



Los naranjos
cubiertos de flores
y de naranjas


(María Asunción)


El tiempo es la experiencia radical, la culminación de un proceso de ahondamiento en lo real. Vamos paso a paso ensanchando nuestra percepción del mismo. Cada cosa se da a su tiempo y hay en cada momento un darse a deshora de las cosas. ¿Cómo seríamos capaces de sentir el haiku tantas veces si no fuera porque algo se sale de lo que consideramos la normalidad? Flores y frutos se dan seguidos y se dan juntos. Para el haijin las anomalías se van convirtiendo en el pan de cada día y la normalidad en un invento útil. Pero un invento.




Prunos en flor:
el rodal de tu casa
en la avenida.


(Pintura)

Lo que distinguimos del resto, lo que reconocemos como nuestro, el lugar donde alguien nos espera… Este haiku no es ninguna estampa: Habla del sentimiento de pertenencia a un lugar, del paisaje donde crecimos, del tiempo en que unos brazos nos acunaban. Si nos olvidamos de nuestro deseo de inventarnos a nosotros mismos y prestamos nuestra voz a las fibras con las que estamos tejidos, no tracionaremos el haiku porque el haiku es identidad.





En un cuerpo de pájaro
diminuto,
el pico afilado


(José Luis Vicent)


Son tantas flores-
ya no se ven las ramas
del almendral.


(Radoslav Ivelic)


Arbol enano
Apenas una rama
y un gran limón


(María Asunción)


La vieja acera,
en la huella de un perro
el verde musgo.


(Orzas)


La huella de un perro. El pico de un minúsculo pájaro. El leve peso de las flores que no vence las ramas. No parece ejercerse una fuerza, aunque en el haiku de José Luis esté apuntándose. Quizá ante un limón enorme en un árbol enano nos sea más fácil ver que hay, en cada cosa que surge, una violencia; una violencia que no es “acto violento” sino algo que se da en la propia manifestación, en el surgir. A semejanza de ese musgo tan verde, nada consigue su pequeño hueco en la existencia si no es a costa de algo. El pájaro no vive del aire: el filo de su pico no es en vano. Y lo que se sacrifica materialmente en esa multitud de flores de almendro está quedando oculto por el hecho mismo de la floración.




Abuela y nieta
hablan sobre la vida.
Romero en flor


(María)


el olor del espliego
borra el peso
de este mundo.


(Miraalsur)


Dos haikus donde la importancia que cobra lo humano viene a aumentar el protagonismo de lo natural. La necesidad de compartir nuestras inquietudes con nuestros seres queridos, de contar con ellos..; la impresión de estar siendo superados una y otra vez por los acontecimientos en nuestras vidas… ambas cosas recogidas con una sensibilidad que no pierde el sentimiento de pertenencia al instante, que nos conmina al presente. Y si bien el haiku de Miraalsur hace referencia más explícita al sufrimiento, sentimos la necesidad de demarcarlo de lo religioso. Frente al consuelo de la Fe, la alegría para llevar nuestra carga y la esperanza gozosa en otra vida sin dolores ni cuitas, este haiku sólo ofrece el olor del espliego. El olor de este mundo. Aquí y ahora.





a pocos metros
solo los graznidos
entre la niebla


(Gustavo Scarone)


la niebla avanza -
un canario se posa
en el guayabo


(Jorge Moreno Bulbarela)


alejándose
pierde el rumor del mar -
se ha hecho tarde


(Santiago Larreta)


figura anónima -
se deshace su sombra
tras el relámpago


(Jordi Climent)


Si hay algo que nos fascine es ese eterno juego de aparición-desaparición del que nunca somos simples espectadores: Nosotros mismos hemos nacido bajo el signo de la inconstancia y algo tenemos que ver en ese “perderle el hilo a la realidad” tan característico nuestro. ¿En qué momento dejamos de oír el mar? ¿Dónde estará cada cosa al levantarse esa niebla, al acabar la tormenta? Para que todo cambie basta un instante… Cerramos los ojos, porque sí, porque no podemos más, y le perdemos el hilo a nuestras vidas. Ésa es nuestra cruz: No poder sostener la mirada y creer, sin embargo, que no hay milagro si no es en y para alguien, si nadie se conmueve. Quien haya entrado por el camino de esta sensibilidad tendrá que aceptar pronto que hay una misericordia en lograr atender y otra igual de grande en fracasar.





sol mañanero,
un geranio se asoma
entre las rejas.


(Rafael Costa)

El geranio que asoma entre los hierros recibe el sol de la mañana. El haiku es acción, incluso en la más aparente de las quietudes que seamos capaces de imaginar, porque el haiku es “lo que ocurre”, y el ocurrir es incesante. El mundo no se está nunca quieto para el que lo siente. Las cosas hasta parecen madrugar, adelantarse a sí mismas, moverse más rápido cuando no estamos atentos. Sol-mañana-geranio-reja es una discreta combinación que puede sostener sobradamente el “aware” galopante de un instante de primavera en la ventana.





Almendro en flor,
al pie una culebra
medio aplastada.


(Orzas)


la primavera,
aroma de jacintos
y del estiércol


(Santiago Larreta)


jacaranda en flor -
a la sombra
un mendigo orinando


(Israel López Balan)


viento con lluvia-
dos burros con orejas gachas
junto a la pared


(María)


Tratar de expresar cada uno de esos impactos profundos que siente el haijin es una forma de apaciguamiento. El acto de escribir, de decir, no la palabra misma que digamos. El haiku aposenta en nosotros aquello del mundo que nos asombra o nos aterra, nos deleita o nos da asco, aquello del mundo que permanentemente nos mantiene en la impresión de estar vivos sin control sobre nada. Ponerlo por escrito es una forma de hacernos más conscientes y, en ese sentido, de tomar las riendas: Convocamos el haiku a la palabra y el haiku misteriosamente se deja convocar. Pero no por nuestro poder ni para nuestra tranquilidad sino como nueva manifestación de su misterio.

Gracias a todos por vuestros haikus y feliz primavera.

Mavi
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