El haiku es atención. He aquí una muestra inmejorable:
Se encrespa el gallo,
con su aleteo aventa
plumas caídas
Entre los charcos,
la boca del hormiguero:
sin tierrecilla
Chucho postrado:
una mosca se mete
en su hocico
vida silvestre -
una mosca cruza
frente al televisor
El haiku es la vida que sucede aquí y ahora:
olor de guiso
inunda el pasillo,
un niño llora.
El haiku suele brotar en las pausas, en los paréntesis de la vida, en la tierra buena del silencio:
hojas de álamo
meciéndose al viento ,
en silencio
Y a veces no sabe cómo decirse a sí mismo, balbucea en los labios temblorosos del poeta traspasado por el instante.
está flotando
olor a tierra ,
lejos aún truena
Así, en las pausas de la vida cotidiana, atentos, en silencio, traspasados por el instante, puede sobrevenir el milagro del color:
la niebla avanza -
un canario se posa
en el guayabo
o del sonido:
a pocos metros
solo los graznidos
entre la niebla
o de la sorpresa:
antes de llover
la última hormiga
con su hoja
Sentado a la sombra,
en el cordón del zapato
una oruga
Y, como quien no quiere la cosa, como quien no ha hecho nada por merecerlo (acaso sólo abandonarse), surge la unidad, la hermandad con todo:
frío nocturno -
una arañita y yo
compartiendo el cuarto
Abuela y nieta
hablan sobre la vida.
Romero en flor
Este camino
sembrado de guijarros
me acompaña.
el olor del espliego
borra el peso
de este mundo.
Gracias, una vez más, por compartir vuestros plenos instantes.
Marzo 2008
Marzo 2008
"¡Gitanos, gitanos!" (Marcello Mastroianni en "Ojos negros")