Abril 2008

Haikus destacados por los participantes del foro
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Mavi
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Abril 2008

Mensaje por Mavi »

Selección de abril de 2008



Uno tras otro
el vuelo de palomas
desde el tejado.




Ese trocito
que le falta a la luna
para ser llena.




Amontonadas
en una esquina rota
las hormigas.




Atardecer:
una casa en ruinas
entre los montes.




Sol en el claustro:
la naranja podrida
en el naranjo.



Abrimos la selección con un quinteto luminoso de Pintura. Hay naturalidad, las palabras fluyen con la abrumadora belleza de lo que no tiene pretensiones y, después de todo, queda la impresión de estar ante un/a haijin fuerte que no cae en la tentación del ingenio o la ocurrencia.




un poco de niebla
cubriendo el rio...
¡qué altos los chopos!


(Santiago Larreta Irisarri)



¿De donde sale
esta hierba tan verde
si todo es losa?


(Rafael Costa)



cortarse una uña
por segunda vez -
día de lluvia


(Viento)



En el paseo,
junto al rosal sin flores,
una amapola.


(Orzas)


El crecimiento (sea el de una amapola, el de la hierba en las losas o el de los chopos sobre la niebla…) es un ir apareciendo –un ir a más en el tiempo- que nos admira sobremanera. Y desde luego no somos menos sensibles a ello cuando ese proceso se da en nosotros mismos (en el caso del haiku de Viento, la regeneración de una uña que ha debido ser extirpada). Los haijines que no son siervos de su “yo” ven el cuerpo como una región más, una parte más de lo que hay; y les causa una curiosidad y una extrañeza similares. Cada uno de nosotros es un cuerpo capaz de regenerar una uña y un cuerpo capaz de desarrollar un tumor y un cuerpo, en última instancia, destinado a desaparecer en su peculiaridad. Y, siendo todo eso así desde que nacemos, hay que ver qué poco familiarizados estamos con ello.





Apura un anciano
su cigarrillo,
a la intemperie


(José Luis Vicent)



sin dirección
camina la arañita
a la intemperie


(Cristian)


En la vastedad del paisaje, el movimiento de una araña parece no tener un punto de destino. Con toda su fragilidad a la intemperie, su historia completa sucederá en unos pocos metros de maleza o de jardín. Y no es la suya una fragilidad distinta a la de este anciano que da ahora una última calada al cigarrillo. Cuántas veces habrá este hombre contemplado el atardecer fumando el mismo cigarrillo; el mismo, si no fuera por los cambios en el cielo. No hay más que la impresión de estar yendo a alguna parte. Sólo la impresión. Nunca cruzamos el umbral si no es para acabar.





una hoja al viento
y volando en ella
la mantalgorri


(Santiago Larreta Irisarri)



En el charco
se agitan insectos:
lluvia de primavera.


(Orzas)



trinos de aves -
las monarcas
pasan en silencio


(Jorge Moreno Bulbarela)


Silencio de los insectos: Desde la humilde mantalgorri (mariquita) a la majestuosidad de las monarcas. Insectos que pasan en silencio, que vuelan, se agitan, mueren en silencio. La ausencia de sonido es una manifestación sagrada tan descomunal que sólo tiene parangón en la totalidad de lo audible. Si el silencio no fuera una parte tan íntimamente constitutiva de la realidad, no habría trino al paso de las monarcas. Ni palabra. Ni balbuceo. Nada.





Viejos cipreses
Junto al nicho vacío
la escoba rota


(José Luis Vicent)



sobre la losa
de la tumba olvidada,
flores de plástico.


(Rodolfo Langer)

Más allá de nuestros puntuales gestos culturales, de nuestras convenciones sobre cómo debe tratarse la muerte en la sociedad humana, está la verdad de lo cotidiano: Una escoba que se ha roto al barrer el panteón familiar y que alguien ha apoyado junto a un nicho… Unas flores de plástico que cargan todo el año con el cometido de recordar a nuestros muertos… Esto es realmente el haiku: lo cotidiano, la vida privada de las cosas que estaba sucediendo sin que nos diéramos cuenta.





Oscureciendo,
la persistente lluvia
sobre el tejado.


(Orzas)



la jacaranda:
pálido azul ayer
hoy lila intenso


(Jorge Moreno)



ventana abierta:
el olor de la hierba
recién cortada


(María)



En el crepúsculo,
rosa, el rosal blanco
y el almendral.


(Radoslav Ivelic)



La fresca brisa
Esparciendo el aroma
del azahar


(María Asunción)



de gris oscuro
se vuelve el mar
graznidos de gaviotas


(María)



Manzanas verdes-
No detiene su paso
el peregrino


(Mercedes Pérez)


La persistencia de un fenómeno, su reiteración o su intensificación. Cada vez hay más noche en la lluvia. Estos haikus producen la “ilusión sensitiva” de crecer a cada nueva lectura. Más y más verdes las manzanas junto a las que pasa y pasa el peregrino… Más gris el mar, más rosa el poniente, más violeta la jacaranda… Cada vez más intenso el olor a hierba o a azahar…





Anochece
En el hostal sin huéspedes
Arde la leña.


(Carlos)



busca a tientas
la sombra de la nube
sobre el trigal


(Gustavo Scarone)



huellas borradas
por el agua espumosa
que retrocede


(Cristian)



viejo pullover
decena de alitas
y de agujeros


(Gustavo Scarone)



¡Al fin escampa!
En el hueco del tronco
bebe un gorrión


(Mercedes Pérez)



quema de pastos,
se adivina la isla
entre el humo.


(Rodolfo Langer)


Una sombra que por fuerza ha de estar en el trigal y que buscamos en vano… Las huellas a punto de desaparecer en la arena… Signos que nacen y se deshacen bruscamente; y que pueden fácilmente pasar desapercibidos. Una prenda apolillada pero aún reconocible… El agua retenida un instante en la oquedad del tronco… Entre el “haber” y el “no haber”, están el “aún”, el “ya no” y todas las otras formas del suceso. Al dejar constancia de la inminencia de una desaparición, señalamos un lugar: el lugar de una herida que se cierra y de la que no quedará ninguna cicatriz. Y el haiku seguirá señalando esos lugares secretos mientras quede un solo haijin vivo que contemple cómo se consume un fuego para nadie o cómo desaparece una isla entre el humo.





mañana tibia -
una yegua y su sombra
en la planicie


(María)



con las ondas de agua
se mueven los juncos ,
son dos los patos


(Santiago Larreta Irisarri)



brotes de cilantro -
el pollito de la niña
escarbando en la maceta


(Jorge Moreno Bulbarela)


Es una sensibilidad de amante la de aquellos a quienes llamamos haijines, una sensibilidad que se va haciendo más ancha y más honda en un mundo que no les corresponde en la misma medida; porque el mundo-si les correspondiera- los haría polvo, barro, seres, y de nuevo polvo,.. setenta veces en un segundo. La sombra de una yegua adaptándose al relieve de la planicie, unos juncos que se mueven con las ondas del agua, un pollito que escarba en los brotes… Para quien ignora el haiku -cómo es el haiku capaz de iluminar la vida- todo esto no significa nada. El haijin, sin embargo, llegará al extremo de intuir que está vivo porque ha sentido el haiku. Y no al revés.





Declina el sol
A lo lejos las luces
de otros pueblos


(José Luis Vicent)



En la vendimia
una mujer se estira
para encogerse.


(Alejandro Pintado)


Una luz que, menguando, permite que otras luces se vean. El gesto de estirarse y encogerse en el trabajo de cosechar la uva. Se estira para encogerse, dice el haijin que ha percibido la trabazón de elementos en la escena, el esqueleto de la acción. Se estira para encogerse, dice; porque al cesto no llegará por sí mismo lo que no traigan esas manos con su esfuerzo.





Un suave viento-
junto a las mariposas
vuelan los pétalos.


(Radoslav Ivelic)



la sombra del haya
empieza a moverse:
fresco murmullo


(Jorge Moreno Bulbarela)



Rama de chopo
descuajada en el suelo
y con amentos.


(Feral)



racha de viento -
las corolas
del estanque


(Jorge Moreno Bulbarela)



Levante, en el parque
los pinos nuevos
apuntalados


(María Asunción)


Las labores del viento: Desde hacer temblar mínimamente la sombra del haya, hasta torcer sin remedio los troncos de los pinos. Para el haijin, el viento es una fuente inagotable de conocimiento. Hay regiones en las que comparte con el agua la cualidad de una extremada perseverancia y entonces casi podemos ver la piedra horadándose ante nuestros ojos. Y siempre, por delicado o brusco que sea, nos permite palpar la resistencia que le oponen las cosas y los seres: una resistencia que va más allá de ellos mismos, que jamás acaba de desaparecer por completo.






llueve finito,
la luna se oculta
entre los sauces.


(Luis Emilio)


Ocultarse en el espacio entre los seres. Desaparecer justo donde era inevitable ser vistos, en esa porción de espacio donde nos era dado aparecer. Perdemos de vista a la luna no “tras los sauces” sino “entre los sauces”, en ese calabobos que no llega a borrar los árboles pero que, intimando con la luna, le brinda una escapada. En la misma línea, un haiku de Feral -publicado en 2005 en La Pizarra y ahora en el Foro- de tanta calidad que nos sentimos obligados a destacarlo aunque no haya sido presentado al Buzón:


la golondrina
se zambulle en el aire
allá en lo alto


(Feral)

El segundo significado del DRAE para zambullir es “esconderse o meterse en alguna parte, o cubrirse con algo”. Allá, en el aire de lo más alto, allá viene a meterse la golondrina. Sin escondrijo posible, consigue esconderse del ojo penetrando en lo lejano, encubriéndose en su propia y creciente pequeñez. Como escribe Vicente Haya en Haiku-dô (Kairós, 2007) respecto de un haiku de Rikuto*: “Porque se trata de eso: de esconderse en la imposibilidad misma de hacerlo. Ocultarse en la exposición plena”.

Felicidades a todos y gracias por vuestras aportaciones este mes.

Mavi


*Kuma mo naki sora ni kakururu hibari kana (Rikuto)

En la inmensidad de un cielo/sin sombras ni recovecos/se esconde la alondra

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