Junio 2008

Haikus destacados por los participantes del foro
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Palmira
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Junio 2008

Mensaje por Palmira »

Este mes, como siempre, he encontrado muchos haikus que comentar. Entre todo lo escrito, han surgido imágenes que me han sorprendido, conmovido, convencido e incluso hipnotizado. Aquí os dejo mis impresiones.

De Mavi:

Hay instantes en que una escena aparentemente trivial nos enamora. Son instantes llenos de nostalgia. Estos haikus me han transmitido esa sensación. No importa si en uno luce el sol y llueve en el otro. En ambos el hombre y los fenómenos adquieren una misma dimensión, participan del misterio.


Una barbería
de un solo sillón
Tarde de agosto


Sin luz la serrería
miran la lluvia
dos operarios


De Raijo:

De pronto a la calle
se abre un postigo
dejando ir la humareda


También la invasión del humo sobre la calle tiene ese mismo toque de asombro y misterio que he captado en los dos haikus de Mavi. Esta es también una imagen que hipnotiza.

De Haijin Negro:

Anochece...
Por encima de mí,
murciélagos.


La presencia de los murciélagos parece dotar a la noche de un aire siniestro. El hombre no mira las estrellas, tal vez se identifica más, en ese instante, con las oscuras criaturas.

De Luis Carril:

dejar atrás
la agonía de un zángano
patas arriba


Aunque el bicho quede atrás, nos sigue acompañando su recuerdo. Y en eso consiste la compasión.

a pleno sol
la sombra de un laurel
y su perfume


En la naturaleza se producen estos pequeños fenómenos que nos embriagan, como sentir en un instante la presencia del sol, del laurel, de su sombra y su perfume, y que esa armónica combinación de elementos nos traspase.

De M. Asunción:

Con solo un roce
desprenden las alhábegas
su intenso aroma


Lo mismo sucede en este haiku. La naturaleza es generosa y nos regala su perfume a cambio de un simple roce.



De Carlos:


Al acostarme,
el olor del río
aún en la piel.


Tarde de Junio
Al fresco de la fuente
Las sandías.


Y seguimos con los olores, algo que a veces percibimos de forma inconsciente y que queda grabado en la memoria para siempre. Como la imagen plástica de unas sandías refrescándose en el agua. Siempre el agua, en la piel del hombre y en la piel del fruto.

De JL Vicent:


Cae una piña,
y al chocar contra el suelo
suelta un piñón


Lata con agua:
le crecen las ancas
al renacuajo


Calado por el sudor,
el sonido
de esas chicharras


En estos tres haikus se respira vida. El autor se sumerge en lo que percibe, observa, cuenta, suda, oye. No siente sólo a través de la mirada, sino de la piel, ese sutil órgano de contacto. Son haikus de cercanía.

De Orzas:

Senda del cerro,
los hierbajos cubren
antiguas rodadas


Camino en obras,
aún la carretilla
huele a romero.


Lo mismo me sugieren estos poemas de Orzas, a quien siempre imagino rodeado de naturaleza, recorriendo sendas o deteniéndose como un arbusto o un guijarro al borde de los caminos, o junto a los arroyos. Orzas consigue, con sus haikus, que disfrutemos con él de sus paseos.


De Mercedes Pérez:

Llueve en silencio-
tras el muro un ciprés
apunta al cielo

Solo la sombra
del viejo pino negro
entra en el patio


Dos imágenes en las que el árbol se aleja o se acerca. En uno, el árbol señala el cielo, la dimensión más espiritual del hombre. El ciprés me parece un árbol místico. En el otro, la sombra del pino, negro y viejo, nos aproxima a nuestra parte más humana y efímera. Dos extremos de una misma realidad.


De Pintura:

Sobre la hierba
la sombra del coche
en movimiento
.

Pintura nos muestra en esta sombra que se mueve nuestro propio viaje, y aunque la intención del haiku no es metafórica, logra reflejar, mediante un hecho sencillo, la dinámica de la existencia. Se mueve la sombra, nos movemos nosotros. Es un haiku lleno de resonancias.

Insomnio:
solamente una estrella
en el cielo.


También aquí el pequeño resplandor de una estrella contiene en sí toda la inmensidad del cielo y refleja el estado de ánimo de quien la contempla.


De Santiago:

Percibo en estos haikus la preocupación de Santiago por el paso del tiempo. En el primero, queda expresado porque el moscardón nada en círculos, y esos círculos le conducen a su extinción. Esos círculos son tiempo. Lo mismo sucede con el tiempo que falta para que se abran los brotes. Aquí también percibo la impaciencia del hombre ante el ritmo de la naturaleza. Cada cosa sucede a su tiempo, independientemente de nuestros deseos. En sus haikus se desprende también esa observación minuciosa del que vive atento.

en el charquito
nadando en círculos
un moscardón


vuelvo otro día
por ver si al fin se abren
aquellos brotes


De Radoslav:

Mariposas de amarillas alas
volando sobre el trigal.


Ese vuelo amarillo sobre el balanceo amarillo de los tallos de trigo, es todo movimiento, luz, celebración. Una bella imagen plástica.


De Cristian :

tres tiernos brotes
de cáñamo en un tiesto
improvisado


De este haiku me quedo con esa imagen de la improvisación, que brote la vida en cualquier espacio, lo importante es ver nacer esos brotes tan tiernos.

De Feral:

en el silencio
con el papel en blanco,
pincel en alto


¿Qué está a punto de suceder? Esto no lo dice el haiku, pero expresa ese instante previo a la creación, tal vez de meditación, de duda, de concentración en una imagen. Feral no desdeña ese instante, aparentemente vacío, de donde brota la creación.

De Jorge;

Me quedo con el conjunto.

pájaro negro -
su pico en la mañana
lanza un destello


anochece -
la vaca negra
tan callada

patio sin grillo -
cómo ha crecido
el pico del pollito

aurora -
y el Pico de Orizaba
lleno de nieve

silencio en la cañada -
las copas de los árboles
se balancean


Todos reflejan el misterio del instante, son sonoros, son sugerentes, en todos percibo una imagen plástica muy intensa, como la vaca “negra”, o el pico “que destella” o “que ha crecido”, o ese otro Pico cubierto de nieve, o las copas de los árboles balanceándose. Creo que Jorge ha reunido aquí cinco aciertos.


De Konstantin: Me quedo con la suavidad, con la levedad, con esos colores que se difuminan en la oscuridad, o con el viento que mueve las hojas y continúa, invisible, sobre el campo abierto. Podrían ser dos hermosas acuarelas.

suavemente
se adentran en la noche
las amapolas


el viento de verano
en las hojas del nogal -
campos sin fin


De Israel:

lluvia de ayer -
el vuelo de los pájaros
en los charcos


Aquí, de nuevo, el espejo. Israel nos muestra el vuelo de los pájaros reflejándose en el suelo, como si el cielo hubiera descendido a la tierra. Nos acerca los pájaros y nos hace también más ligeros a nosotros, que caminamos entre los charcos. Es un regalo.

De María: aunque me gustan sus haikus en conjunto, me quedo especialmente con este. Tiene fuerza, contundencia, huye de lo emotivo y se queda en el hecho desnudo, tal y como sucede y como debe plasmar el haiku. Esos dos hechos simultáneos: atardecer y golpe en la tierra, sin más.

Rastro de polvo
a cada golpe de azada
Atardece


En cambio, este haiku de Gustavo, está repleto de emoción, pero emoción contenida, expresada solamente por un avión de papel que viaja entre dos seres.

avión de papel,
su último viaje
hacia mi padre


Y esto es todo. Seguimos el mes que viene. Saludos y que disfrutéis.
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