Queridos amigos y compañeros, a continuación quisiera presentaros mi selección del mes de junio. La particularidad que me ha llamado la atención en este mes ha sido, no tanto encontrarme con muchos haikus que me hayan deslumbrado, como con un gran número de colecciones de alto nivel conjunto. Repasemos, pues, si os parece, vuestras creaciones juntos:
lluvia de ayer -
el vuelo de los pájaros
en los charcos
de Israel López Balán, ha sido el primer haiku que me ha impresionado. Miento. No ha sido el primero, porque la impresión que me ha causado ha sido lenta, fruto de segundas lecturas, como a menudo me sucede con la obra de Israel. A primera vista, muchos parecen “un haiku más”. Esto no debería importar, pues opino que la originalidad es un motor perverso para un creador, pero es que tampoco es así: es raro que los textos de nuestro haijin más urbano no encierren un contenido sustancioso, un armazón de una historia, una sensación, una invitación a la sonrisa, al asombro, a la reflexión. Como buen haiku, me resulta difícil verbalizar el porqué de que me guste. Puedo balbucir palabras como “paso del tiempo”, “seres animados”, “agua: condición de vida”. En los charcos que formó la lluvia ayer se reflejan los pájaros que vuelan hoy. Puro haiku.
Si yo supiese lo suficiente como para discernir qué es o qué no es magisterio en el haiku, me atrevería a decir tranquilamente que tanto estos tres ejemplos a continuación, son de maestro. No sé lo suficiente, pero sí puedo decir tranquilamente, que yo aprendo de ellos. Y no sólo haiku. Los dos primeros son de Palmira, que a estas alturas ya sabe que tengo una especial debilidad inexplicable por los motivos geométricos (yo, que soy de letras mixtas) rescatados de la Naturaleza. Decidme si no es una maravilla
Recto el ciprés
sobre el suave declive
de una colina.
y
La brisa anuncia
que me voy acercando.
Romero en flor.
en donde la autora encuentra un cómplice en la brisa, que le indica que “sí, vas bien, por aquí se llega a donde está el romero, ¿no lo hueles en mí?” Y
Sin luz la serrería
miran la lluvia
dos operarios
de Mavi, que ha sido –en mi opinión con todo merecimiento- uno de los haiku más celebrados del mes. Podríamos decir que casi es más bien un senryu, ¿no?, dado que los protagonistas son los dos operarios y lo que les pasa con la lluvia y la falta de luz. Decía el romano en Los Inmortales de Borges, que estos seres eternos habían devenido en unos humanoides desnudos, rudos, grotescos y semiaturdidos, y que sólo parecían salir de su letargo para alegrarse por sensaciones primarias, y ponía como ejemplo la lluvia. No digo que los madereros sean todos unos simios, sino que, a menudo, en los tiempos de prisa y ansia que corren, olvidamos, a veces por completo, mirar las nubes o sentarse en una piedra a ver los pájaros, deleitosas ocupaciones que sólo vuelven a algunos de nosotros cuando algo imprevisto interrumpe la viciosa corriente que nos arrastra, como en la serrería. Viva la lluvia.
Volteada la leba,
se encoge en su agujero
una lombriz
De Raijo. Sabréis disculparme una ocurrencia que he tenido: Raijo en ocasiones practica una curiosa suerte de haiku “antropológico” del cual este es un ejemplo. Me explico. La obra de Raijo presenta un apego a la tierra casi inigualable entre los haijines de habla hispana que he podido leer. Pero además, Raijo se expresa apelando a términos localistas, lo cual mantiene viva a la palabra, en tanto que se pronuncia, se escribe, se lee y si no se entiende, se explica. Esto hace que lo que Raijo nos cuenta, se adentre aún más en la tierra, en la que vive, en la que pisa, en la que ara o cultiva o destripa. Fijaos, hasta debajo de ella.
Bebe un pájaro
en la huella marcada
sobre el cemento
de José Luis Vicent. Se dice eso de que el hombre propone y Dios dispone, ¿no? El cemento, ¡qué horrendos mamotretos construimos los hombres con cemento! Pero en uno de estos millones de metros cúbicos de sólido gris, fíjate que ha quedado una muesca, se ha llenado de agua, y un pájaro la bebe. La causalidad de nuestras acciones acaba por escapar por completo de nuestras intenciones originales. El funcionamiento de las mecánicas vitales es tan potente y desmesurado, que a menudo sólo podemos conocer sus secretos en los sorbitos de un pájaro.
Me ha parecido excelente la colección enviada por Santiago Larreta. Mi favorito es el que empieza con la poca sombra, pero observo que sus haiku con frecuencia ganan cuando se leen juntos; unos a otros se dan una consistencia y un sentido añadido que a veces (a veces no, claro) no tienen por separado. Puede que la modalidad del dokujin esté esperando impaciente por este autor, quién sabe. Lo mismo podría decir de las colecciones de Jorge Moreno, sin que pueda destacar un haiku del resto; de Radoslav Ivelic (excelentes los dos haikus de mariposas) y de Carlos (qué deliciosa sensación la que nos describe en al acostarme, qué vívida), de J. L. Vicent (cae una piña), de G. Scarone (hasta la punta en donde se exponen y contraponen las etapas y los vigores de dos seres vivos en relación, nada menos) y de Mavi (con el maravilloso la flor de la caña al alba).
Como haikus sueltos no me gustaría dejar de mencionar la buena impresión que me han causado aquellos que comienzan con los siguientes primeros versos: El viejo huraño, de Feral, que es el típico haiku que invita a tirar del hilo por la cantidad de narración que sugiere; llanura quemada:, de Konstantin, enormemente evocador y que a mí me sugiere una síntesis de mi adorado “El llano en llamas” de Juan Rulfo; Pierden el brillo, de María; Si fuera otoño, de Haijin Negro; Insomnio:, de Pintura; Tras el temblor y Cueva caliza-, de Alejandro Pintado; y entre las nubes, de Luis Emilio, porque uno, aunque nunca ha visto un cóndor, sabe por buitres y águilas que el vuelo majestuoso de las grandes aves invita a la contemplación y el silencio.
Y me despido sin dejar de repetir, como en cada ocasión, las gracias por compartir vuestra obra con vosotros. No dejéis de relativizar, aquellos que no aparecéis mencionados, lo minúsculo de tal ausencia. No tiene la menor importancia comparado con el hecho de haber presentado en público vuestros haiku, con el hecho de haberlos escrito, con el hecho de ser haijin, y con el acto de estar en el mundo.
Un cordial saludo a todos.
Junio 2008
- Luis Carril
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