Julio 2008

[Palmira]

Otra vez aquí, empapándome de vuestros haikus y tratando de expresar con palabras las sensaciones que muchos de ellos me producen, lo cual no es fácil. Empecemos:

Selecciono la serie de María. Todos me parecen acertados. Son haikus vivos, tienen movimiento. En todos vibra la naturaleza. Son imágenes plásticas y sugerentes.

De Antonio me quedo con este haiku. El canto del grillo acentúa el calor de la noche y el insomnio.

en el bochorno
yo no duermo y el grillo
sigue cantando

De Carlos:

Agua de mar
en el cubo del niño,
de vuelta a casa.

Este haiku me hace pensar en el gesto inocente del niño. Esa minúscula cantidad de agua es su pequeño trofeo, lo que testimonia que estuvo en contacto con el mar, que disfrutó con sus olas. No lleva otros regalos del mar, se contenta con el agua, la auténtica protagonista.

De Radoslav:

La luna llena-
más blancas las flores
del almendral.

Este haiku lleno de blancura, de luz. No sólo las flores reflejan en su palidez a la luna, sino que la luna parece impregnarse de la luz de las flores. Lo de arriba y lo de abajo en consonancia.

Orzas se detiene a contemplar el movimiento de una sombra, con la auténtica paciencia de un haijin.

Tarde de julio,
poco a poco la sombra
cubre el estanque.

De Cristian comentaré estos dos:

en el comedor
como si estuvieran en su casa
las hormigas

Las casas en realidad no son de nadie. De pronto un viento se las puede llevar. Para las hormigas, igual que para los pececitos de plata (que se alimentan del papel) u otros seres todavía más pequeños, microscópicos, cualquier casa es su casa, porque la habitan. Sin papeles, es también su casa. El hombre se extraña de que ocupen tan libremente su espacio, y al mismo tiempo, al ver a las hormigas en su casa, se da cuenta de que no está solo.

También en el siguiente poema hay algo que invade el espacio, en este caso la mesa de bambú: esas grietas que aparecen, como las hormigas y se apoderan de los muebles. Esas grietas que nos recuerdan el paso del tiempo: “las horas”.

las grietas
sobre la mesa de bambú
y las horas

De Gustavo:

ya no hay calle
todo es hojarasca
desde el balcón

un largo puente
y el crujido amigo
en cada tabla

Dos paisajes, uno visual, otro auditivo. En los dos, el haijin se siente atrapado, tal vez fascinado, ante la calle borrada por las hojas, y ante el sonido familiar de las tablas en un puente.

De Mercedes, estos tres haikus en los que predomina el contacto. El contacto del caracol en las paredes, del ocaso en las plumas, de la luna en la puerta. Y sobre todo ello, el contacto visual de quien observa.

Solo el verdín
de las viejas paredes
y un caracol


En pleno vuelo
El ocaso en las plumas
de aquella urraca


Solo la luna
en esta noche cálida
toca la puerta

En este haiku de Jordi me resulta muy atractivo el contraste que establece entre el café y la luna. Lo oscuro y lo claro. Lo minúsculo y lo grande. La sensación de noche y de día al mismo tiempo. Crea una atmósfera muy íntima. Está lleno de matices en su aparente simplicidad.

primer café -
alumbra la cocina
la luna llena

Este haiku de Luis Emilio, bastante insólito, me sorprende precisamente por los elementos que lo componen. Un inodoro agrietado y un brote tierno ¿de qué?. No importa. De un artículo tan poco estético, también puede brotar una planta, verde y fragante.

entre las grietas
del viejo inodoro
asoma un brote.

De Jorge:

las piedras del patio
ya se cubrieron de musgo -
aroma de estío

Ha llegado el verano y crece el musgo en las piedras. Sin mencionarlo, uno percibe el verdor en estos versos. Pero lo que importa, lo que llama la atención del haijin es el aroma. El verano puede olerse en esas piedras. Se ha producido un cambio.

Rodolfo se fija en las hormigas, a veces son negras, pero a veces son rojizas como el fuego. Cuando leo este haiku me da la impresión de que son rojizas, porque este haiku produce cierto calor, cierto bochorno. Las tumbas, bajo el sol, también están calientes. Y en contraste con ese calor tan sentido, el frío de la muerte.

entre las tumbas
la hilera de hormigas,
el sol aprieta.

Cada vez me hacen más gracia los haikus de Santiago, aunque no los considero senryus. El haiku puede captar aspectos graciosos de la realidad, sin tratar de ser gracioso. Ese perro que nos ladra y nos deja confusos: ¿Por qué a mí? Aquí me hace gracia la perplejidad del que pasa. Y en el segundo, me hace gracia la circunstancia de que nuestro árbol proyecte su sombra en la otra casa, y alguien se beneficie de ello. La vida está llena de sorpresas y aspectos curiosos, que Santiago percibe sutilmente.


todos los dias
pase aprisa o despacio
me ladra el perro

la sombra que dan
las ramas de mi ciruelo...
para el vecino

En este tercer haiku, echo de menos otro final, aquel que surgió de una confusión. Me habría gustado que Santiago lo incorporara y dijera que la calandria “se oye y no se oye”… En todo caso, podría hacer dos versiones. Es una sugerencia.

rastrojos dorados
lejana la calandria
se oye y no se ve

Los haikus de Israel me gustan en conjunto, por eso no mencionaré ninguno de ellos. Hay imágenes plásticas (los cascos amarillos, la abuela que toma su pastillas, el hombre en silla de ruedas). Hay actividad, todos hacen algo. Hay sensaciones, el contacto de la lluvia, el sonido de los grillos, las piedras que se incrustan en la suela. Nos presenta un mundo vivo, cotidiano, lleno de pequeños detalles que son los que animan la vida.

De los haikus de Konstantin, me quedo con este:

la humareda
por encima del lago
amanecer

Sencillamente, porque su contenido es tan escaso, tan sutil. Nos presenta tres elementos que se combinan con una suavidad que atrae: humo, lago, alba. Es de una delicadeza tan grande, que no necesita más palabras. Sin más adorno que lo que está sucediendo en este momento.

Luis nos ofrece este sincero contraste. La muerte de alguien nos apena, pero la vida está ahí, ante nuestros ojos, y nos obliga a mirarla, para recordar que seguimos vivos.

día de duelo
mientras pienso en mi amigo
hermosas jóvenes

De JL Vicent:

Vuelta ciclista
El pelotón de sombras
por la pared

Es un haiku poco habitual. No solemos hablar de deportes en los haikus. Algún purista lo rechazaría. Pero no importa si se trata de una vuelta ciclista. Se trata de un grupo de hombres que se mueven a la vez, a toda velocidad, con gran esfuerzo. Lo interesante del haiku para mí está en que esa energía vital, que casi llega a olerse, a sentirse como una ráfaga sobre la piel, se convierte en algo tan inmaterial como unas sombras que pedalean. Y el haijin desvía la mirada y se fija en ellas. Aunque el haiku huye de los símbolos, no puedo evitar el pensamiento de que pasamos por el mundo como sombras (y muy deprisa).

Raijo nos deja intrigados en este haiku. Ese “no sé qué” es lo que le da valor al haiku, es todo el haiku. Precisamente lo que ni sabemos qué es, ni está. Sería un perfecto haiku taoísta.

Se ha escabullido
no sé qué
del vano de la puerta

De Mavi:

El primero me causa sorpresa, intriga. Tiene el misterio de una historia detectivesca. Alguien ha pasado por un lugar, pero ese alguien ya no está. Solo nos queda el testimonio de su presencia. Además, la huella está reseca. Hace tiempo que pasó y, puestos a hacer de detectives, era alguien pesado. Lo siento, Mavi, sé que no era tu intención darme material para una intriga criminal, pero es que me encantan la novela negra. Ahora, en serio, lo que me atrae de este haiku es precisamente el vacío que deja esa huella, la ausencia.

El viento abrió la alfalfa
donde la huella
honda y reseca
En cuanto a esta imagen, creo que es imposible no ver una bandera en este trozo de tela donde la luna se trasparenta. Una bandera que la propia naturaleza ha improvisado y que marca un territorio íntimo y personal.

Al trasluz rojo
de la blusa tendida
la luna ondea

Muchas gracias por ofrecernos esta variedad y calidad de haikus. Aunque no comente todos, creo que el nivel de este foro es innegable. Y os doy la enhorabuena a todos.

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