A continuación, una torpe selección personal de vuestros cada vez más perfectos -y menos seleccionables, pues casi habría que comentarlos todos- haikus del mes.
Cuenco desportillado
La mella absorbe
el vaho del té
Lo mínimo hecho poesía: la forma que tiene de manifestarse la mella de un cuenco.
Mariscadoras
El poco sol de invierno
en sus espaldas
Transpira trabajo, sudor, verdad. El sol, magnánimo, posado sobre las protagonistas, siempre es un regalo.
Mientras escampa,
destellan los guijarros
oscurecidos
Muy sinestésico. Claroscuros y sonidos naturales de vital importancia.
Se inclina dócil
la flor bajo el peso
de la abeja.
Innecesario en mi opinión el adjetivo, que desnaturaliza la acción; la percepción que encierra es en
cualquier caso de libro, además de estar en la mejor tradición de algún que otro haiku clásico.
Entre tañidos
se disgrega el rebaño
ladera abajo.
Constituye una imagen simpática, complaciente, muy sonora.
cielo sin nubes -
la transparencia
de esa mariposa
Una maravilla, reparar en el delicado trasluz de una mariposa contra un cielo azul. Los elementos son
arquetípicos; la formulación, de matrícula de honor.
viento de otoño -
la frialdad de la mano
al orinar
Salvando la distancia, uno no puede dejar de recordar aquí el gesto de Azarías (Paco Rabal) en Los Santos Inocentes. Una joya.
Campo de limoneros
Dos perros ladran
en la distancia
Nos ubica rápidamente en el lugar de los hechos, olemos el limonar, esuchamos el eco de los ladridos. Un haiku espacial, sugerente, sin perder un ápice de sencillez.
Noviembre
Los hierbajos ya no asoman
por encima del muro
Bien percibido ese cambio en el día a día de unos modestos hierbajos. Gran trabajo de observación.
en la noche
grito de mujer
dando a luz
Un haiku que sacude nuestros sentidos, escalofriante, poco convencional. Esconde sin embargo una belleza especial.
De golpe se alzan
con la forma del fresno
los estorninos
Visto y vivido tantas veces, por fin expresado en palabras, conciso y perfecto, no solo en lo formal.
Cerca del caño
el olor de la menta
al ser pisada
Cómo se agradecen los haikus que de vez en cuando nos lanzan de nuevo al campo, al frescor, a los olores que pudimos haber olvidado. Una delicia.
en la mecedora
de espaldas a la ventana
oyendo llover
Recuerda a Issa, en su mesa camilla, observando a los transeúntes. Aquí el poeta se entretiene con la densa y agradable cadencia de la lluvia.
hacia la casa
la mirada del perro
atropellado
Esa mirada, la del perro atropellado, que difícilmente habremos de olvidar en lo que nos queda de camino por el mundo de los vivos.
Saludos a todos,
Luis
Noviembre 2008
- Luis Corrales
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