El silencio ha dejado el parque sumido en un plácido verdor de primavera. Sentada en uno de los bancos de piedra roto y pintarrajeado, una madre da de mamar a su hijo; y a unos pocos pasos más allá, la triste mueca de una fuente que se ha secado.
Sobre la bicéfala farola central del parque -apenas si se aprecia- una placa recubierta de óxido que prohíbe la presencia de los canes. Y todo alrededor cubierto de cáscaras de pipas.
Volkswagen rojo.
La ramita de sauce
en la luneta.
Mediodía
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Qué gusto
Qué gusto leerte de nuevo José Luis... esa farola bicéfala y todo lo demás, un acierto.
Si miro con cuidado la nazuna florece junto al seto Bashoo