ronda nocturna

Prosa con gusto de haiku
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Yama
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ronda nocturna

Mensaje por Yama »

Imagen

fotografiamos
con los ojos cerrados
la luz de la luna


Una noche más creo estar solo en el polígono industrial. Comienzo la ronda nocturna que se extiende en sucesivas naves. Resuenan mis paso y el corto ritmo del repiqueteo de las uñas de la perra que me acompaña. Las estructuras metálicas estallan en contracciones frías. En el exterior, una suave llovizna da brillo al cemento de las calles de fábrica. Con el haz de luz de la linterna busco sombras huidizas. Es poco lo que se ve.

Asume la tarea el limitado sentido del oído. Cientos de sonidos habitan una fábrica vacía en la noche. Hay diálogo entre metales que reclaman su vieja estructura, susurros de fugas de aire en las juntas de las gastadas mangueras de un compresor, silbidos de puertas que vibran con la brisa que intenta colarse al abrigo del interior, murmullos quejumbrosos en los cristales rotos de las ventanas, larga conversación de supuestos objetos inanimados que no paran de moverse contándose sus cuitas. Mi compañera, con su mirada displicente prefiere ignorarlo todo y se me adelanta en dirección a la puerta donde me espera para salir al exterior. Ella prefiere la húmeda tierra para escarbar y hacer sus necesidades. Ha dejado de llover. Esperándola; el paseo se vuelve lento. Bajo focos fundidos llegamos al fondo de la fábrica.

Es cuando las nubes se abren y una enorme luna derrama plata sobre todo lo que nos rodea. Mi singular cómplice, especialista en perseguir gatos en sueños, recurre al grito fúnebre de sus ancestros.
El aullido.

Empieza con un gemido ahogado, como un mal sueño; se eleva en un lamento prolongado, como el ulular del viento; se hunde trémulo en una risa sofocada; se alza de nuevo en un gimoteo, mucho más alto y salvaje que antes; rompe de pronto en una especie de risa atroz; y se extingue en un sollozo que es como el llanto de un niño pequeño. Ha surgido la atávica loba que subsiste a los siglos de domesticación. Mi ignorancia humana me ahoga en un sentimiento de vaga inquietud. Esa mezcla de risas y lamentos, me parece una incongruencia que me lleva a pensar en la locura. Sin embargo, el mensaje corto pero profundamente emocional, tiene respuesta. Otros perros saben lo que significa y responden desde la merindad. Es una canción no humana de emociones y pensamientos, no entendible por nosotros.

No hay nada sobrenatural, como nos gusta creer. Los perros no ven fantasmas, "huelen" el miedo, conocen la espantosa ley de la vida: comer o ser comido. Algo que nosotros “tan humanos” nos esforzamos vanamente en mantener fuera de nuestra conciencia moral. Todos, obedecemos esta ley y comemos formas que tienen sentimientos y deseos. ¡Solo comiéndose unos a otros existen los seres! Ella, que es más despierta que nosotros al mundo externo, lo conoce a través de construir una geografía del olfato; establece una relación entre el olor y la experiencia de comer y el miedo intuitivo de ser comida. ¡No es de extrañar que aúlle a la luna que brilla sobre un mundo así!

Se cierran las nubes y volvemos a las pobres tinieblas de la luz artificial. Mi compañera cambia su actitud y lentamente baja los pelos de su lomo erizado. Adelantándose y rastreando en zigzag volvemos a la garita subiendo una pequeña pendiente de asfalto resbaladizo. Mi compañía de manto negro, a modo de buena guardiana, se echa junto a la puerta. Mi mirada se pierde en un cielo oscurecido…

…y ella no brilla,
aire frío en silencio.
¿Sólo la noche?

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si alguien desea leer una versión más extensa lo puede hacer en: http://jaikus.wordpress.com/ronda-nocturna/
Gracias.
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Saludos de Yama.
"No saber sabiendo, toda ciencia trascendiendo". San Juan de la Cruz.-
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