Marzo 2007 (Y nota para quienes participen en el "Foro de Poemas")

Haikus destacados por los participantes del foro
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Mavi
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Marzo 2007 (Y nota para quienes participen en el "Foro de Poemas")

Mensaje por Mavi »

Estimados amigos del Foro:

Nunca hasta ahora me había preguntado sobre la conveniencia o no de hacer comentarios a los haikus. Pensaba que cualquier reflexión -nacida del deseo de ser honesta conmigo misma y con los demás- podría arrojar algo de luz a quienes se acercan al haiku tan ansiosos y desconcertados como yo misma hace unos años. Las palabras que en aquel entonces algunas personas dedicaron a mis intentos de haiku me hicieron perseverar en esto; de aquí mi posiblemente equivocada idea de que comentar es positivo. Sin embargo, si alguno de los usuarios de este Foro prefiriese que sus haikus no recibieran comentarios me agradaría saberlo para poder ser respetuosa con ese deseo en caso de seleccionar alguna de sus propuestas. (Podéis contactar conmigo a través de la lista de “Colaboradores”).

Un cordial saludo a todos,

María Victoria Porras (Mavi)



Selección de marzo de 2007



tras la plaga
se agitan las hojas
llenas de cielo


(Viento)

El desarrollo de la percepción del haijin es un proceso que nos cambia; nos permite paulatinamente una sensibilidad preparada para permanecer más tiempo en el contacto con lo real. Nos va haciendo capaces -a veces de forma no precisamente placentera- de sentir un día el cielo a la mano en las hojas devoradas por la plaga.



mediodía
roncando en el trigal
el peregrino


(Konstantin Dimitrov)



olor a azahar
duerme con la boca abierta
un vagabundo


(Eva Comas)

Estos dos haikus son de los que hacen sentir que el mundo “se mete por la boca”. Olores y temperatura entran con toda la profundidad de la respiración al dormir, sin filtrar, sin la mediación - también sin el placer- del olfato... Qué ferocidad puede llegar a tener el haiku cuando quiere.



viejo molino,
sólo sus aspas responden
al viento


(Gustavo Scarone)

Sopla el viento en este momento y para la eternidad en un lugar del que sólo conocemos la presencia de un viejo molino. La resistencia de las aspas cede al viento y, al hacerlo, éstas se liberan del trabajo de estar oponiéndose, se integran en el darse mismo de los acontecimientos: Porque responder es también reaccionar, con-moverse.



día de sol -
se deshace sin prisa
la última nube


(Jordi Climent)


las yemas del cerezo
se contienen
un día más


(Nanook)

No hay más prisa en la naturaleza que la que ponemos nosotros, ansiosos como estamos siempre de que algo pase. El gusto por captar el suceso es seguramente lo que nos trajo a escribir haikus. Pero luego apareció también “lo que no ocurre”. Lo que sí, lo que no...Siempre están pasando cosas; aunque, a veces, nuestra ansiedad nos las oculte.




tarde de marzo:
la campana de la ermita
también chirría


(J.L. Vicent)

Toda la fuerza de este haiku se está ejerciendo sobre ese “también chirría”. Algo estaba sucediendo que no se cuenta: Podemos suponer que en una tarde ventosa ciertos sonidos se dieron y que el haijin los percibió. Lo suponemos, porque sólo tuvieron cabida colateralmente en el haiku en tanto que una campana “también” chirrió. Y es que nuestro discurso sólo puede ser parcial: Unas cosas suceden, y otras... también.




entre los juncos
como flores rosadas,
huevos de rana.


(Rodolfo Langer)

No queramos ver aquí una comparación poética, sino una constatación: “Creí que eran flores de color rosa”, dice el haijin, “y eran huevos de rana”. Qué cosa más prosaica es el objeto de este haiku, sí, pero sólo para los que no son capaces de regocijarse una y otra vez en la escurridiza visión de cuanto existe.




en el farol
la salamanquesa - su sombra
en la noche


(Viento)

De varias maneras puede entenderse la imagen pero una entre ellas sobrecoge especialmente. El animalillo pegado al cristal espera su caza. Vemos sus contornos quemados por la luz y esa quietud tan familiar para nosotros. Pero, ¿y su sombra? Un segundo basta para comprender que su sombra está siendo proyectada contra la noche, contra el fondo mismo de la noche, allá lejos. ¿Hasta dónde se expande la sombra de la salamanquesa sin pared ni objeto alguno que la pare?




A ras de suelo
remolinean los papeles
Viento de otoño


(M. Asunción)

Las cosas se bastan por sí mismas para ganarse nuestra atención y nuestro deseo de conservarlas en el haiku. Este viento, en el que no hubiéramos reparado si no hubiese removido unos papeles, es un haiku. Este viento, que ha hecho tan maravillosamente sus deberes de otoño con algo mucho menos poético que las delicadas hojas secas, merece un haiku.




lluvia de marzo
los hierros salientes
del pedestal


(Konstantin Dimitrov)

Un haiku que nos cala hasta los cimientos con cada nueva lectura nunca nos permite hablar mucho. Nos deshace lentamente por dentro como una lluvia que entrara hasta el armazón de las palabras.




pica el suelo
y estira una lombriz
como un cordel



(Santiago Larreta Irisarri)

Precisamente porque el haiku no sólo es “lo bello” o “lo bueno”, existen haikus feístas o haikus crueles. Lo que repugna o escandaliza no es menos digno de ser dicho que las flores del cerezo. No estamos condenados a mirar sólo una parte. No estamos obligados a ser más lombriz que mirlo. De hecho, el haijin sólo tiene un compromiso en ese sentido: el destierro de los prejuicios, la mirada pura.




Negras las nubes,
los perros del pastor
se dan la vuelta.


(Orzas)

¿Qué impulso, qué fuerza ha impelido a estos animales fuertes, leales y hechos a toda clase de intemperie a darse la vuelta? Qué bueno es no saberlo todo, qué suerte esta ignorancia que a cambio de nada nos permite la conmoción ante el misterio.


Gracias a todos por vuestras aportaciones de marzo.
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