lo que se cifra en el nombre

Preguntas y discusiones sobre haikus concretos o sobre la teorí­a del haiku en general
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ariel.b
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lo que se cifra en el nombre

Mensaje por ariel.b »

Hace pocos días leí este haiku de Lentisco :
"Viento en Epping Forest. (*)
Una urraca anda a saltos
por la hojarasca."
Y recordé este de Basho citado por Mavi en sus riquísimos y profundos análisis publicados en este apartado :
"Los patos salvajes
deben también estar dormidos
en el lago de Yogo*"
Y despertó en mi estas cavilaciones acerca del tema del "nombre".

Tengo para mi escueto saber que el haiku en términos generales recoge a través de los sentidos elementos de un instante que trascienden el atractivo de un suceso y comunican, a través de la destilación de un asombro más profundo que lo meramente observado en primer término, a través del cual, sin que esto constituya una intencionalidad alusiva o alegórica, invita al haijin y al lector, a intuir desde el preciso registro de los sentidos y ateniéndose a la escena captada, resonancias de lo sagrado o ciertos resplandores de los hilos profundos de lo real, corriendo el velo en una suerte de epifanía de lo visto, oído o sentido, a través del asombro del haijin.

Si esto es así, las palabras y construcciones aceptan su austera misión de ceñirse despojadas de metáfora, de alegoría, comparaciones e incluso reflexiones al registro sensorial ante lo sucedido y sus eventuales destilaciones contemplativas.

Y he aquí que me detengo ante el uso del "nombre". Cuando Lentisco anota "Epping Forest" no estamos en absoluto ante un elemento sensorialmente capturado ante un suceso, ya que el nombre de un sitio no forma parte del acontecimiento. Tampoco puedo generar un denotado respecto al uso por Basho del nombre "Yogo" que representa para quienes no hemos conocido al lago una percepción de una imagen en wilkipedia o simplemente recibirla como un sonido, un sonido poético y cuasi abstracto que penetra en nuestra percepción en tanto musicalidad cargada de sensorialidad para quienes lo conocen. No estoy sugiriendo por supuesto que sea improcedente el uso del nombre; conozco el valor de designar un lago o un paraje concreto, como llamar a un árbol o a un animal por su nombre.

Pero llevo la consulta a esta comparación, si yo escribo, porque para mi es tan íntimo y familiar como para Basho el lago de Yogo o para Lentisco el bosque "Epping Forest" lo siguiente :

"quinta de Mahler,
un perro en la noche
por la banquina"

adquiere la denominación "quinta de mahler" referida a la posibilidad cierta de que un lector eventual la escuche y por ende la conozca sensorialmente a la par que el haijin, una referencia igualmente válida que poner "lago de Yogo" ?

Hago esta consulta debido a que en el haiku final para mi era tan sensorial como decir "el ruido del mar" ya que estaba en mi auto por una autopista en la noche, escuchando y envuelto sensorialmente en la quinta sinfonía de Gustav Mahler y de pronto un perro que amaga internarse en la carretera se corrije y sigue su camino por la banquina. Hubo un simultaneidad, una sincronía entre la intensidad de esa música, de los ojos del perro en mi haz de luz y de su desaparición al caminar en contracurso por la banquina que ese instante provocó el aware que dio lugar al haiku.

Es semejante al uso del nombre de un sitio el uso de un nombre de una composición musical tomando en cuenta que al escucharla uno inmediatamente la ha conocido, lo cual no necesariamente sucede con la mención de un sitio ?

Me interesaría mucho poder iluminar esta inquietud. Quizás corresponda al apartado "Consultas" y no a "Debates" caso en el cual por favor disculpenme la confusión.

Abrazos a todos.
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Gorka Arellano
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Re: lo que se cifra en el nombre

Mensaje por Gorka Arellano »

Interesante debate, compañero.

El haijin es notario de la realidad, de la naturaleza sagrada en la que vive. Nombrar los lugares, creo que no tiene una explicación lógica, hay veces que le sienta bien al haiku, hay veces que no tanto. Nombrar los animales y la natura, sin lugar a duda aporta detalle al haiku (cosa importante).

Otra cosa es ese ejemplo que nos comentas de la quinta sinfonía de Gustav Mahler. Estaba en el momento, sí. ¿Era indispensable para el aware?

Escribí hace tiempo (2012):


Suena Jónsi
Dos jilgueros se posan
en la cepa



Hoy sin lugar a duda, cambiaría ese primer verso, ya que hace ruido con el resto (lo escuchaba en la radio del coche). Hablaría del viento, de la luz........

Abrazos "Chino"
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Re: lo que se cifra en el nombre

Mensaje por Equipo de administración »

Echad un vistazo a éste Link en el que Vicente Haya habla de lo sagrado en la existencia, con un ejemplo de un haiku de Bonchô.

https://m.facebook.com/ERDH.haiku/photo ... 77/?type=3
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Re: lo que se cifra en el nombre

Mensaje por ariel.b »

Riquísima ambas cuestiones. El artículo de Haya es maravilloso, el propio relato lo es y su significado deja ante mi caminos de reflexión. Intentaré transitarlo...Gracias a Gorka y al Equipo !!
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Re: lo que se cifra en el nombre

Mensaje por Equipo de administración »

En el libro de Vicente Haya, Aware. Iniciación al haiku japonés. Tenemos lo siguiente:



38. El haijin debe decirnos dónde sucede su asombro




El haijin debe decirnos dónde sucede su asombro. El lugar es el marco que contiene el suceso; por eso es importante que hablemos de un lugar en concreto.


Kare-ashi ya Naniwa irie no sazaranami
Onitsura

Los juncos secos:
El suave ondular de las olas
de la ensenada de Naniwa




Es mucho más que un poema que habla de los juncos secos de una ensenada concreta bañados por las olas. Y lo es por cómo Onitsura ha conseguido aislar un suceso normal, cotidiano, resaltarlo del resto de todo lo que lo rodea usando para ello unas cuantas palabras, y hacérnoslo llegar: <<las olas bañan los juncos, los juncos están secos, así es el mundo, esto sucedió, yo estaba allí, me di cuenta y esto es lo que os transmito>>. La existencia de las cosas, el suceder de los eventos es lo sagrado. Y el haijin, quien toma nota de lo que ocurre, el que da fe de todo lo que hay, el notario mal pagado de la existencia.

En absoluto es una celebración de un lugar llamado Naniwa. Pero no es una ensenada en abstracto ni una ensenada cualquiera, tiene nombre propio, porque todo en la realidad lo tiene; y el poeta en este caso lo conoce. El nombre propio de las cosas es su carta de naturaleza en el mundo de lo real, aunque nosotros no tengamos siempre por qué saberlo. Pero si existe, es que tiene nombre. Y el poeta quiere conocer el nombre de toda cosa porque quiere impregnarse de su existencia, de la plenitud de su existencia que llega hasta el nombre que la nombra. A veces, la necesidad de nombrar los lugares llega al delirio:

Haru kaze ya Miho no Matsubara Seikenji
Onitsura

Viento primaveral –
Ribera de Matsubara en Miho
Templo de Seikenji



¡Tres nombres de lugar en un solo haiku! El que ama algo —y el mundo es lo que ama el haijin— es, definitivamente, un loco.



"Rogando" "Chino"
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Jorge Moreno Bulbarela
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Re: lo que se cifra en el nombre

Mensaje por Jorge Moreno Bulbarela »

Muy interesante tema, compañeros, ese del uso del nombre propio en el haiku. Y, si el nombre propio es algo objetivo, ¿es de aceptación general? Quiero decir, ¿qué tan amplia es su generalidad? Ciertamente, al leer el primer verso del compañero ariel.b, "Quinta de Mahler", pensé inmediatamente en la residencia presidencial de algún país sudamericano :oops: Siento, en mi humilde entender, que el uso de los nombres propios está condicionado por la popularidad que posean en determinada región o época. Por ejemplo, decir "Acapulco" en el país de México, significa verano cálido y soleado. Y lo de cálido y soleado no es redundancia porque tanto la ciudad de México y el estado de Veracruz, por esos días, salvo excepciones, tienen un verano lluvioso y frío. En fin, un tema para meditar.

Jor
Si miro con cuidado la nazuna florece junto al seto Bashoo
ariel.b
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Re: lo que se cifra en el nombre

Mensaje por ariel.b »

Si, coincido contigo, el caso despertó mi atención respecto al uso de los nombres propios, Jorge. Porque hay en cada sustantivo una cierta subjetividad evocativa que tiñe cada palabra y su contexto y procede del universo de cada lector. Bien dices que decir Acapulco para un mexicano es una bolsa de asociaciones bastante precisas. No lo son para mí, y si yo digo "pampa" cualquier sudamericano siente la contundencia casi volumétrica con la que el cielo cae sobre la delgada línea verde del llano sin relieves. Y río en la cuenca del plata tiene un anchor, una escala, un color térreo, una densidad arrastrada desde su curso aluvional amazónico hasta el estuario de Buenos Aires. Pero eso es cada contexto donde se transmite un sustantivo y va resultando varios en su migración. Pero el nombre, creo que el nombre propio es distinto, porque no es ambiguo, no admite como la palabra "río" que vos la leas con tus ríos en mente y yo con los míos. Temo que el gracioso ejemplo que planteas de la quinta sinfonía de Mahler convertida en una casa de fin de semana de alguna manera ocurre cuando leemos "Epping Forest" y a mi generación no podrá evitar sonarle la composición "The battle of Epping Forest" del grupo de rock inglés Génesis. En un segundo iremos a wikipedia y tendremos una foto, una referencia, hasta que punto eso nos acerca o nos distancia de penetrar un aware, hasta que punto abre un texto o lo clausura, al perder la cuantía de ambigüedad necesaria para que la contemplación de un asombro nos conmueva? Comparto cavilaciones, no certezas. Abrazos
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Mavi
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Re: lo que se cifra en el nombre

Mensaje por Mavi »

La música de Mahler en un coche, una habitación, un teatro… incluso al aire libre, ¿es un contexto, un marco suficiente? Una canción, ¿puede convertirse en lugar? Cualquier sonido, ¿puede convertirse en lugar? Si tenemos que generalizar, el sonido natural puede proporcionar sin problema un contexto con verdadero sabor a algo. Pero el sonido humano, como contexto, es las más de las veces “rígido”: no se deja paladear a la manera del haiku, no produce aperturas sino clausuras o aislamientos (ruido de cláxones “atasco”, música clásica “coche, habitación, teatro”). No podemos equiparar la capacidad de “hacer lugar” que tiene una elaboración humana con la que tiene el chillido de las golondrinas jóvenes en vuelo o el viento en los álamos tras el invierno: si el lugar es real, al nombrarlo queda a la intemperie, sometido a los cambios. Un haiku cuyo “lugar” es la sinfonía nº5 de Mahler hace una "intemperie emocional" en el interior de una campana, algo bien distinto a la cerrazón de un atasco, ciertamente, pero a nivel de clasificación es tan descriptivo como el haiku que habla del ruido de cláxones o el que nombra una producción pictórica (aunque sea tan abstracta y sugerente como una obra de Rothko). ¿Esto invalida el uso de referencias intelectuales en el haiku? Pues no, por supuesto, simplemente aleja nuestro poema del sabor particular de cada sitio -que es el verdadero quid- y hace que el haiku hable de nuestro mundo: nuestra vida, formación, nuestros gustos o hábitos... Así las cosas, quizá debamos estar alerta ante el peligro de que nuestro haiku suene culturalista, igual que ya estamos alerta sobre las palabras de uso literario. Ni el haiku existe para mostrar la realidad que crea el lenguaje de los libros ni para hacer lo propio con la abstracción del lenguaje musical (distinto sería quizá la música popular, la tradición oral, que nunca se sustrae al tiempo). En ese aspecto podemos llegar a decir que el haiku no es “creación” de nadie: ninguna obra sabe a lo que sabe un haiku bien escrito.

El debate sobre la capacidad del sonido para actuar como lugar, debería separarse ya de la cuestión de los topónimos. Los utamakura y los haimakura no tienen el riesgo de crear en el haiku ningún lugar figurado: a diferencia de la música de Mahler (y de otras muchas cosas menos bellas que introducimos en nuestros haikus, como los ruidos urbanos), ellos no pueden sustraerse al paso del tiempo, el envejecimiento y las estaciones. Y no es una cuestión relativa a nuestra interpretación emocional de una obra "eterna": es que se ven afectados directamente por cambios que dejan en ellos marca de su paso: se muestran. Y es cierto que los nombres de utamakura y haimakura tienen el poder connotativo de un kigo, por ejemplo, y que pueden además provocar chispa asociativa (a veces por su significado) pero no corren el riesgo de tener un efecto de virtualidad.

Abracicos y muchas gracias "Chino" "Rogando"
La verdad es una tierra sin senderos. Jiddu Krishnamurti
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