Contra "la belleza"

Preguntas y discusiones sobre haikus concretos o sobre la teorí­a del haiku en general
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Raijo
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Contra "la belleza"

Mensaje por Raijo »

Amigos:

Al margen (benditos márgenes) de si lo que sigue os parece o no un rollo, vaya por delante que sólo pretende “señalar” hacia lo importante: el haiku. (El que recurra a nombres de autores tomadlo como lo que es: que no he sabido hacerlo mejor.)


Contra “la belleza”


Nuestros conceptos dicen siempre más de lo que nosotros sabemos. No son neutrales, aun cuando quisiera serlo quien los emplea. Se inscriben en redes que no son sólo intersubjetivas, también son temporales, históricas; que no son sólo interdependientes, también son jerárquicas, por lo que unos conllevan aprecio y otros rechazo e incluso exclusión. (Por eso tachar cualquier lengua materna de “localismo” no es inocente.)

Algunos conceptos han tenido la aparente fortuna de situarse en los lugares más altos de distintas escalas intelectuales. Entre ellos está el concepto de belleza:
Incluso la tradición cristiana, en la que no ha habido consenso acerca de si “el Hijo de Dios” era bello, titubeaba en esto sobre todo por su rechazo del cuerpo (ay, cuanto velo a la altura de las –en plural- entrepiernas) y no porque atribuyera a Dios la fealdad, pues tenían muy claro sus pensadores que la imperfección sólo podía ser carencia. Idea, esta última, que heredaron de Platón, un autor que ha determinado el pensamiento hasta nuestros días. Para él, la belleza como experiencia sólo es la posibilidad de ascenso por niveles (cuerpo, alma, instituciones, saberes…) desde lo sensible a lo suprasensible. Es un ascenso hacia el conocimiento, desde la experiencia hacia el método idóneo (que, pasando por las matemáticas, él encuentra en la dialéctica). Y ese ascenso depende de la voluntad (intelectualizada, sí, pero voluntad): depende de que el hombre opte por el método.
El propio Platón, a pesar de sus intentos reduccionistas, se vio en la necesidad de decir que, siendo la belleza otro de los nombres de la idea última, ésta era idea y a la vez algo más que idea. Sin embargo este plus no socavaba el dualismo ni la preponderancia del conocimiento ni el protagonismo del individuo pertrechado del método correcto.

Y ahí está el problema:
La belleza como experiencia queda subsumida, para mucho tiempo, en la “voluntad de belleza”, en la preponderancia del hombre sobre la naturaleza. Y aunque, ciertamente, al platonismo no le han faltado ni disidencias ni críticas, ahí sigue: contribuyendo a convertirnos falsamente en señores del mundo. Quizá por ello no esté de más que en la actualidad se siga proponiendo un cambio de enfoque para, así, pensar (con cierto Nietzsche) que son las ideas las que nos asaltan a nosotros, y (con Heidegger) que el hombre es apertura, no más pero tampoco menos: apertura. (Y, como a estas alturas de la historia y de nuestras vidas, tendremos que liberarnos de prejuicios para poder llegar a abrirnos, ahí queda margen para dar algún sentido a las cuestiones, digamos, técnicas.)

Desde ese intento de depuración, quizá pudiéramos convenir en que un haiku no se mide con el rasero de la belleza: no tiene por qué ser bello, tampoco lo contrario. Pues cuanto más nos enreda la voluntad de belleza, más operamos (metódicamente) con el artificio. (Un ejemplo fácil: Hoy día muchos encuentran recargado el estilo rococó; quizá sea porque en él esa voluntad ya ha empezado a resultarnos empalagosa.)
Así pues, cabe pensar que el haiku, como experiencia de depuración, contribuye a liberarnos de falsas oposiciones jerárquicas, como la que actúa desde el mito (tan dualista, tan intelectual, tan volitivo incluso a su pesar) de la belleza.

Que todo os sea propicio.


Raijo
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Javier Sancho
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Mensaje por Javier Sancho »

Un haiku no se mide con el rasero de la belleza: no tiene por qué ser bello, tampoco lo contrario.
Coincido en esa aseveración:
Empecemos por acotar la belleza. Los sentimientos, emociones, impresiones… no son en si mismos estéticos, no tienen porque serlo. Una manifestación muy frecuente (y maniquea) es dividir en dos lo indivisible, con el agravante de la diversidad infinita de puntos de vista (históricos, culturales, individuales, etc.). Por otra parte el mundo no es bonito o feo, bueno o malo; simplemente el mundo es así, sin más. Coincido también en la gran importancia que tiene, en el espectador, todas las circunstancias que le rodean, así como su pasado y su presente (las circunstancias de Ortega) a la hora valorar, bien estética (bonito o feo), moral (bueno o malo), lógica (coherente o absurdo) o incluso pragmáticamente (útil o inútil). Volviendo al HK, este no tiene porque ser estético, moral o pragmático; tiene que decir o enseñar algo: reseñar, con un ritmo y armonía especifico; porque el HK (poesía en comprimidos) termina en el lector, y si no es así diremos que es, en el mejor de los casos, incompleto; y en el peor le calificaremos no ser HK. Y en mi opinión a cuantos más lectores llegue, mayor será su “calidad de HK”. La diferenciación entre un HK y un terceto es otro tema; donde no debería entrar lo meramente subjetivo; pero como digo eso es un tema aparte.
:oops: :oops: Perdón por el aburrimiento :oops:
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JL.Vicent
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Mensaje por JL.Vicent »

porque el HK (poesía en comprimidos) termina en el lector, y si no es así diremos que es, en el mejor de los casos, incompleto; y en el peor le calificaremos no ser HK. Y en mi opinión a cuantos más lectores llegue, mayor será su “calidad de HK”.
Pero, permíteme que añada, amigo Javinchi, que el "riesgo" que se corre en cualquier caso, vuelve a ser el mismo que nos comenta el amigo Raijo; y en ese sentido, expuesto en su escrito, habría que añadir que los posibles lectores de haiku compartan el interés por esa experiencia de depuración, porque de no ser así entonces seguimos inmersos en la consideración estética de la obra de arte bajo el dominio de la interpretación tradicional de la metafísica; es decir: de la no diferenciación entre el ser y el ente. He aquí el reproche de Heidegger a la metafísica: la concepción reductora e inadecuada del ser que, concebido por Platón como sustancia y continuado en la modernidad con Descartes como sujeto, el lugar del "ser" ha sido tomado por el "ente" quedando el ser en el olvido.
Si el lector del haiku (o el escritor de haiku) no comparte dicho criterio, es muy posible que permanezcamos en ese ámbito de la Lírica; en un sentido del arte como algo que tiene origen en vez de ser origen en su misma esencia; origen que al parecer la estética siempre ha negado al arte. Para Heidegger, si el arte abandona la experiencia del origen, deja de ser arte. Y el arte para él son cosas; pero se le reprocha a la estética el que siempre haya eludido esta simple respuesta y en cambio haya pensado que en ellas (las cosas) hay algo distinto y por encima y más allá de la simple "cosidad". Y así, de nuevo, al problema de La belleza como experiencia queda subsumida, para mucho tiempo, en la “voluntad de belleza”, en la preponderancia del hombre sobre la naturaleza que nos comentaba nuestro amigo Raijo.

Salud
Cuando sobre la tierra todos reconocen la belleza como belleza, así queda constituida la fealdad. Lao-Tse
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