Selección de noviembre 2017 por Lázaro Orihuela ·manglerojo"

Haikus destacados por los participantes del foro
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Selección de noviembre 2017 por Lázaro Orihuela ·manglerojo"

Mensaje por Equipo de administración »

Primeramente, quisiera desearles a todos los integrantes de El Rincón del Haiku felices fiestas de fin de año y un 2018 lleno de paz y crecimiento espiritual.

Agradezco a la comunidad de ERDH, la fraternal compañía que me ha brindado en el pequeñísimo tiempo que llevo andando por los caminos del haiku. Y especialmente a los Administradores, que permitieron, desde mi solicitud, ser parte de este colectivo y que me permiten en esta ocasión, comentar los haikus que considere mejores, de los publicados en el foro durante el mes de Noviembre.



Un ciervo muerto
a mediados de otoño...
Atardecer


Javi Sánchez

A pesar de que están estrechamente vinculados los elementos “otoño”, “muerte” y “atardecer”, el presente haiku logra ir más allá de lo que nos dice el haijin. Aquí, el aware, a mi entender, se concreta en la especie de congregación natural o “microcosmos” de los seres vivos que pudieran asistir al “momento de partida” de otros seres. El ciervo sobre la hierba seca cubierto de moscas u otro insecto. Los últimos rayos del sol acompañados por las aves que regresan a sus nidos.
Aflora también la unión de lo efímero y lo eterno; ese ciervo ya no lo será más, ese atardecer ya no lo será más, sin embargo la naturaleza podrá regalarnos siempre, momentos como el que ha recogido el haijin.




El silencio
del campo recién arado.
Luna nueva.


Hadaverde

Por este haiku, personalmente, muestro gran simpatía, porque además de que consigue la recreación del aquí y ahora en que sucedió, he tenido en varias ocasiones, la oportunidad de vivir la misma experiencia.
Una marcada comparación interna, esta vez con la inclusión de semejantes, hace que podamos degustar el haimi, que llega, indiscutiblemente permeado de lo sagrado.
La tierra, que pudiera ser negra y la oscuridad del cielo.
La ausencia de semillas en la inmensidad del campo, la ausencia de luz en la inmensidad del cielo. El silencio de la tierra preparada para recibir el primer germen de vida, el silencio del cielo preparado para recibir el primer destello de luz. Quizás un solo silencio.




Luna de la tarde -
En los muros que quedan
se posan los tordos


Gorka Arellano



Un gato lame
el rocío de la hierba-
Huerto abandonado


Piluca CP


La realidad del mundo exterior “se dice” en el haiku y en varias ocasiones, es esa realidad que el haijin quiere preservar y que intenta recoger en sus escrituras aunque “todo” merezca un haiku.
En estos dos haikus los haijines se han fundido en pleno sosiego por un tiempo indefinidocon esa realidad deseada: la “obra” del hombre colonizador, que ha sido devuelta a la naturaleza; la energía de lo natural descubierto.
En el primero, sugerido y en el segundo de forma directa, han plasmado los haijines un renacer de la vida.
-La luna-, que pudiera ser creciente y – los tordos- encontrando descanso en unos muros que decaen.
-El gato- que se detiene en un -huerto abandonado- a satisfacer su sed con -el rocío de la hierba- que libremente brota.




camino al monte...
las cabras mordisquean
hojas caídas


Mercedes Pérez

En esta impresión se hace visible que para el haijin “todo” merece un haiku, además de que pueden cobrar insospechada hermosura si observamos con detenimiento unas cabras que se detienen a mordisquear hojas caídas, probablemente de otoño.
Me impacta en este haiku la inquebrantable conexión de los elementos de la naturaleza: las cabras con el monte mediante el camino, luego el viento, que generalmente favorece la caída de las hojas, vuelve a conectar los árboles con las cabras. Cabra- camino-árbol, árbol-viento-cabra. Se forma aquí una especie de círculo de lo sagrado, reforzado además por la idea de lo raro de ver y poder conmocionarse (por lo menos desde mi experiencia) con unas cabras que mordisquean hojas caídas.




Huele a pescado -
un gato en el puente
entre la niebla


Cecilia

El agua como fuente de vida, se puede ver y oler en este haiku; fluye libremente por cada uno de sus versos: -pez-, en el primero, -puente- (elemento generalmente relacionado con el agua y que aquí conecta y hace posible la estadía del –gato-), en el segundo y –niebla-, en el tercero. Fluye también la espiritualidad, hilvanada por los sentidos del olfato, la vista, el oído (sugerido y no menos fuerte) y el tacto. Todo en solo 16 sílabas, creo que más no se podría pedir.
Además, por la sencillez del lenguaje y la naturalidad de la imagen, obtiene la composición un espíritu de shasei. Bien pudiera ser plasmado el conjunto en una aguada o Sumi-e. Se pudiera hacer un paralelismo con los “Pinos” de Hasegawa Tōhaku.




Relampaguea
Un sapo nadando
hacia la garza


Rubens Saró



Sol en la charca-
El bando de garcillas *
hacia la tormenta

Piluca CP

* Garcillas bueyeras


El enfrentamiento de los animales al peligro también forma parte del misterio de lo sagrado. En estos dos haikus, donde el agua y las garzas se interrelacionan, se puede ver claramente.
En el primero, captado a modo de cámara “instant”, la luz del relámpago deja al haijin observar por un corto lapso de tiempo, como se acerca el sapo a su depredador, abriéndole de esa forma al lector la posibilidad de completar la escena, que oscila entre luz y sombra. ¿Habrá sido devorado el sapo por el ave? ¿Habrá escapado del encuentro macabro?
En el segundo, a diferencia del primero, captado a modo de cámara “réflex”, la luz del sol es la que permite ver el momento en que las garcillas vuelan hacia la tormenta. Este haiku, que no oscila como el primero, sino que establece límites bien definidos entre luz y sombra, deja también la duda en el lector. ¿Llegarán las garcillas a la tormenta sin antes encontrar amparo alguno?
En ambos haikus, los haijines han dejado la realidad tal cual. La cadena alimenticia. El peligro que supone una tormenta. La luz, el agua y la vida. La sombra y la muerte. La fina sensibilidad de los poetas, una y otra vez.




Cambia de trino
al cambiarse de rama,
el petirrojo


Mavi

Parece que el ideal del haiku propuesto por Blyth: “una mera nada inolvidablemente significativa” fuera tomado en cuenta por la autora para conformar este poema. “Algo” le ha permitido “escuchar” y a ese “algo” ha hecho reverencia, dejando la realidad intacta y plasmándola con su más mínimo e importante detalle, para mostrar lo fascinante del milagro de la Nada. -Ha cambiado de trino el petirrojo al cambiarse de rama-. La esencia del canto es la misma pero con distinta sonoridad, ha querido decir el pajarillo algo diferente con el cambio, como con el cambio dicen las estaciones algo diferente.
La sencillez y el asombro por eso que alcanza la cualidad de “misterioso” en este haiku, reafirma que se puede lograr profundidad abismal cuando se asume la poesía primitiva como uno de los más preciados moldes.Hace recordar un hermoso poema, recogido en el Man-yôshû: “Como ahora habito en la ladera de esta montaña, no pasa un día sin que oiga al cuco que viene y canta por entre los árboles”




Brilla el rocío.
En las piedras un ala
de mariposa.


Hikari

En este haiku se ha puesto el zoom hacia elementos pequeños en una observación detallada o Yokumireba –Brillo-(luz)y -rocío-(agua), vinculados directamente con la vida, establecen con naturalidad, una fortísima comparación interna en oposición a la (muerte) de esa –mariposa-.
También se enlazan y coexisten en periplos de vida y muerte, en lo que dice el haiku y en lo que no, los cuatro elementos: fuego (el sol que se refleja en el rocío y le permite brillar), agua (el rocío), tierra (las piedras), aire (mariposa); trayendo al poema una carga de encanto y hermosura.

Selección parcialmente publicada en ERDH-facebook: https://www.facebook.com/ERDH.haiku/pho ... =3&theater
Un cordial saludo a todos los usuari@s y visitantes de ERDH.
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