Selección de diciembre 2018 por Rogelio Rodríguez "Viento"

Haikus destacados por los participantes del foro
Responder
Equipo de administración
Administrador
Mensajes: 902
Registrado: 18/Nov/2016 13:42

Selección de diciembre 2018 por Rogelio Rodríguez "Viento"

Mensaje por Equipo de administración »

Selección de Rogelio. Gracias, compañero _/\_

DICIEMBRE 2018

La delicadeza, la fuerza, la belleza, la melancolía... La apertura y
humildad del haiku acoge a la vida misma, manifestándose con total
veracidad. En los versos de los poetas seleccionados vibra con una
intensidad continua los distintos awares que les han permitido
rescatarlos del viento, de la nieve o de la tierra. Todos ellos pueden
reelerse una u otra vez, sin que cansen, como la contemplación de los
atardeceres: todos distintos, todos magníficos, todos atardeceres.

Uno de los autores que atestigua cómo la Naturaleza dialoga entre cada
uno de los seres que la conforman es Idalberto Tamayo. "Armonía" sería
una de las categorías que mejor han quedado reflejadas en sus haikus
propuestos en este mes.

Ceiba sin hojas
Cambiando de color
el caguayo
*

(*) Cuba. Reptil de color verde con una raya amarilla en el lomo.

¿Qué es la vida, sino un perpetuo cambio? Continuamente, nos afligimos
o nos alegramos por las pérdidas o los encuentros que vivenciamos; nos
aferramos a deseos y anhelos que atentan contra la esencia de esta
existencia. Pero, todo lo que es, está sujeto al cambio.
Sencillamente, hay que dejarse llevar por la corriente para aprender
de ella, para conocerla, para "saborearla", en paz. Cuando es momento
de tener hojas, hay que tener hojas; cuando es momento de cambiar de
color, hay que cambiar de color; cuando es momento de morir, hay que
morir.

Otras veces, la vida es tan sutil, que, al percibirla, se hace intensísima:

Trinos en los sauces
Jaloneando del sedal
la corriente


En este haiku, no se ven las aves, pero están; no se ven los peces,
pero están; no se ve la templanza de una vida que deja pasar el tiempo
junto al río, pero está ... El marco de este haiku está construido por
cosas que no están, rodeadas de un río y un árbol, que albergan más
vida en su interior. Vidas dentro de vidas, detalles dentro de
detalles, con una sutileza y una intensidad tan apabullante que
parecen estar unas dentro de otras, como aquel otro haiku de Shiki que
percibía el calor de una mujer fundiéndose junto al de los hombres que
la rodeaban:

Entre un grupo
De sólo hombres
¡Qué calor el de la mujer!


También Gorka Arellano ha sabido captar y transmitir verazmente la
impermanencia, la unidad, la fragilidad y la corporeidad de lo inasible.

atardecer -
dos búhos chicos
cagando en vuelo


El día se está convirtiendo en noche. Los búhos parten de un lugar a
otro, dejando tras de sí una huella vital, sin ceremonias ni
artificiosidades. Y, al leer este magnífico haiku, nos sentimos
atravesados por el vacío. Nada tiene una existencia absoluta ni
definitiva en él, tal como la vida es, y el haijin, atento, lo ha
reconocido y nos lo muestra para que esa lección y verdad tan
intrínseca a la existencia siga resonando en nuestros corazones: todo
está en continuo cambio, transformado y condicionado por las
relaciones que nos otorga el don de vivir.

A miles...
El olor de los tordos
hacia el pinar


Por otra parte, Gorka nos sorprende con esta imagen de lo sagrado
que, como debe ser en el haiku, nos atraviesa por la vía de los
sentidos. En este caso es un olor, pero un olor multitudinario, que
conforma la existencia en sí misma de miles de tordos. Todas las aves
son el olor y el olor son todas las aves, como la leyenda panteísta
persa del Simurg y El coloquio de los pájaros, de Mantiq al-Tayr.

Sol de diciembre -
Otro mosquito
que roza el riachuelo


Saber que la vida siempre pende de un hilo es un ejercicio de lógica
superficial, pero, constatar que en un roce, como este caso, está la
diferencia entre la vida y la muerte, es la labor del haijin. En este
haiku, un mosquito, en el frío del invierno, se atreve a rozar la luz,
el brillo y el calor, aunque se encuentre dentro en el agua, lugar de
muerte para él, pero..., ¿quién se resistiría a sentir la calidez de
la vida cuando el frío aprieta? ¿Quién no querría añadir luz a su
oscuridad? Un haiku de lo sagrado lleno de tensión.

Más densa en el soto
la niebla matinal -
Luna de invierno


Estamos rodeados de seres que no podemos tocar, como la niebla o la
luna: son inasibles al ser humano, tan solo los podremos ver durante
nuestra existencia y quizás por esa lejanía eterna su contemplación
nos eleva a otro plano más profundo. Un haiku a la forma de la niebla
ya contiene una alta dosis de sacralidad, pero si además podemos
vislumbrar la conexión que se establece entre su albor y el de la luna
y el de la mañana...

Uno de los dones de este foro es el compañerismo y el trabajo en
equipo. Todos entendemos que compartimos una pasión que ha existido y
existirá después de nosotros, porque, como dijo el poeta: "podrá no
haber poetas, pero siempre habrá poesía".

Julia Guzmán nos ha aportado, además de un magnífico haiku, la
posibilidad de seguir atestiguando el don antes mencionado.

aún floreciendo...
iris morados
al viento de diciembre


Tal y como comentaron J.L. Vicent e Hikari, estos versos son el
producto del respeto, apoyo y dedicación de todos con respecto a un
contundente aware de Julia: la fuerza de una vida incipiente, que da
como producto una de los modelos de fragilidad por excelencia (esas
flores), expuesta a otras grandes fuerzas que no dejan que el débil
avance: el invierno y el viento, establecidos y sin retroceso. Un
choque de vitalidad que conmueve y atrapa al lector.

También en este mes, Lentisco nos ha regalado un puente entre el cielo
y la tierra:

Boria* en la huerta.
Humeando el estiércol
en los bancales


(*) En murciano, niebla.

La aparición de las nubes sobre la tierra hace que, por unos momentos,
el cielo parezca más cercano y la vida más intensa y misteriosa.
También la huerta y el estiércol serán los ingredientes que albergarán
nuevas existencias, que, a su vez, otorgarán más vida a las criaturas
que ya existimos... Y mientras, el haijin está contemplando el proceso
de comunicación entre cielo y tierra y siendo consciente de que, al
focalizar su atención, se nos han revelado cada uno de los
ingredientes que cohabitan en la cadena de interrelaciones que hace
que la vida continúe, dando lugar a una imagen de armonía e igualdad.

Mavi también nos ha dejado haikus encomiables: cargados de una
espiritualidad y plasticidad únicas.

Entre naranjos,
remontan el maestral
*
los verderones

(*) También mistral. Viento del norte o noroeste.


¿Cómo podríamos ver el viento? Atendiendo a los seres que lo habitan.
Mavi, sensible, sutil y profunda como es, nos ha llevado con estos
tres versos a un recorrido vetado para cualquier ser carente de alas y
nos ha hecho fluir con ellos. Y es ese fluir el empuje de la vida,
avanzando sin contemplaciones, sin titubeos, hacia los objetivos
marcados. Cuando nuestro camino es uno, no hay falsedad ni hipocresía
en nuestros gestos: una estampa de gran vitalidad y plasticidad
cargada con la connotación del elemento agua a partir del verbo
"remontar", llegando así a unificar dicha sensación para los seres del
aire, del agua y de la tierra -nosotros, sus lectores-.

De su nariz,
un vaho que envuelve
las flores del níspero


Este haiku tiene tal delicadeza que podría decirse que ha sido escrito
con el alma. Es un haiku que se ha gestado en lo más profundo, en el
interior... Toda la vida se manifiesta en el olor de esas flores; toda
la vida se contiene en esa respiración. Aunque leamos "nariz", "vaho",
"flores" y "níspero", son solo las puertas, las vías, que utiliza la
vida para manifestarse, de corazón a corazón.

J.L. Vicent ha detallado, con la modestia, claridad y exactitud que le
caracteriza, dos sesgos preñados de fuerza y compasión, que,
paradójicamente, sólo pueden ser observados a partir de una alma
sensible.

Sol de agosto -
El macho
* amarrado al pino
patea el suelo


(*) mulo (‖ animal).

La intensidad de estos versos es absoluta: desde el primer verso, el
haijin ha sabido ver esa fuerza que tiene la vida. Hay en este haiku
elementos que no van a poder desplazarse libremente -suelo, pino, Sol,
agosto- relacionándose con un "macho" que ha sido privado de esa
capacidad, pero que, aún así, mantiene su identidad pateando la
tierra, en una comunicación de fuerza contra fuerzas: un burro que
imprime su vitalidad al mundo, a pesar del clima, de la mansedumbre
impuesta por el hombre y de la tierra, inamovibles.

Los arañazos
del perro en la puerta-
Helor del alba


También en estos otros versos, J.L. Vicent nos recuerda cómo es una
vida real, sin comodidades, expuesta, como la que la Naturaleza nos
haría vivir si no nos hubiésemos desterrado de ella. Una noche tan
fría en la que primarían los instintos de cualquier ser que la
sufriera es el contexto de este haiku. La constatación del fallido
intento de ese perro, fiel y compañero, y las marcas de su angustia
son las vías por las que accedemos a la compasión. Un mínimo contacto,
que nos desvela cómo es vivir en la Naturaleza, pero, ¿nos
atreveríamos a adentrarnos en ella? Solo algunos de nosotros -como
Santoka- tienen la suficiente fuerza como para hacer una costumbre de
esa conexión:

Cae la lluvia
Y, tal como cae, me moja
Ando expuesto


Piluca C.P. por su parte, también ha sabido legarnos "una mera nada
inolvidablemente significativa":

Brisa otoñal-
En un charco al sol
se mira el gato


Al leer sus versos, nos damos cuenta de que la única acción que se
está produciendo es el contemplarse de un gato en un charco, pero, al
saborearlos, nos damos cuenta de que la brisa envuelve a los seres;
que la temperatura invita a la búsqueda del calor; que la luz que hace
brillar al agua terminará por consumirla; y que un gato sigue siendo
un gato, libre, bajo el sol del otoño... No pasa nada especial en este
haiku, porque la vida no es especial, sino tal y como es.

Y Piluca también nos ha regalado una pérdida, tan importante como son
para alcanzar una vida completa.

Ya no se escucha
el canto del cuclillo -
Nubes alejándose.


Las vidas dejan de ser; las cualidades mudan en incapacidades; el
tiempo siempre desvela nuestra estado, ya sea de plenitud o de
carencia. Y es entonces cuando comenzamos a comprender y a valorar
cada instante, cada actitud, cada propuesta, aunque seamos conscientes
de que no tenemos ni la más remota idea de por qué debe ser la vida
como es. Así es y solo nos es dado sentirla, con nubes que se alejan,
aves que no cantan e instantes que desaparecen, unos tras otros, en
una ley inamovible, como la cuerda que sujetaba al "macho" de J.L.
Vicent.

Gracias a todos los haijines y a los aportes y comentarios de cada
miembro del foro por mantener viva la vía del haiku.


Selección parcialmente publicada en ERDH-facebook: https://www.facebook.com/ERDH.haiku/pho ... =3&theater
Un cordial saludo a todos los usuari@s y visitantes de ERDH.
Responder