En una de esas noches de insomnio, decides, por fin, levantarte de la cama para estirar las piernas y aclarar el pensamiento. Instintivamente te diriges a la cocina, justo cuando entras encuentras ante ti una escena que te sobrecoge por su sosiego: por la ventana se cuela una tibia brisa de verano que ondea suavemente la cortina, la luz de la luna entra de lleno y proyecta la sombra de los pocos objetos sobre una mesa sobriamente decorada. Te llega un aware contemplativo y, con ánimo renovado, escribes:
Nada en la mesa
Salvo la luz de Luna
y leves sombras.
El sueño te lleva de regreso, no hay mejor almohada que una mente tranquila.
Saludos, compañeros.
Leves sombras
Leves sombras
Profundamente emocionado por seguir vivo, hora de remendar mis ropas.
Santôka
Santôka