Desde la arboleda llega el canto de los pájaros. Aguzo el oído intentando separar cada uno de los trinos. Primero el chip-chip de un petirrojo. Luego las tres notas repetidas de lo que parece un carbonero común. De fondo , la melodía clara de un jilguero. Hay más pero no sé distinguirlos. Siento lo mismo que al pasear por el campo, me gustaría poder nombrar cada hierba o arbusto, llamar por su nombre a cada árbol...
Cuantas cosas desconozco. Me consuelo pensando que no saber no es un impedimento para disfrutar. Basta con poder sentir.
En los últimos tiempos me acuerdo a menudo de mis compañeros del Coro. Hoy también. Lo dejé hace años, aunque disfrutaba mucho. Emociona cantar en grupo. Todo ha cambiado. No hace tanto que se podía compartir el mismo aire.
Teníamos que atinar con el tono y el ritmo de cada uno. Acompasar nuestra respiración. Entrar y salir a la vez en los silencios y sobre todo... desaparecer para sonar como una sola voz. Ahora es impensable.
Como dice el profesor Gabriel Jaraba: “Había una vez, un tiempo, en el que la gente cantaba”*. Los paletas en las obras hacían suyas las coplas populares. A través de las ventanas abiertas casi siempre llegaba una canción que acompañaba y hacía más ligera la limpieza de la casa. Canturreaba el pintor de paredes. Por la calle, a menudo, alguien silbaba o tarareaba una melodía. Algunos aprendimos cantando la tabla de multiplicar. De jovencitas, escuchando la radio, acompañábamos las canciones de nuestros ídolos hasta que nos las sabíamos de memoria. Se cantaba sin ánimo de ser famoso ni profesional. Eran cantos espontáneos, solo por el gusto de expresar un estado de ánimo sencillo y humilde. Una expresión natural, como el trinar de estos pajarillos.
Vuelve el petirrojo a posarse sobre el cerezo en flor. Se escabulle entre la hierba una culebra. Todo tiene su sonido, también esta brisa que a pesar del sol tibio de abril es aún fría. Triiulit-lit-lit...con su vuelo rápido y ondulante cruzan dos verdecillos.
Es hora de preparar el huerto de primavera. Mientras extienden el mantillo, el olor a pinaza impregna el aire.
Entre los guisantes,
el aleteo azulado
de un abejorro
*Artículo del 28.10.20 de Gabriel Jaraba titulado: ”Hi havia una vegada un temps que la gent cantava”
Cantar
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Re: Cantar
¡Wal-lah!, "así habla el Demiurgo", exclamó un crítico al leer al poeta López Velarde. En efecto, Hikari, tu verbo nos traslada al instante primordial, a ese momento originario que todos añoramos.
Un fuerte abrazo
Jor
Un fuerte abrazo
Jor
Si miro con cuidado la nazuna florece junto al seto Bashoo
Re: Cantar
Me ha gustado mucho tu haibun, compañera Hikari; y no en vano ya nos refería el maestro Bashô aquello de Al plantar arroz cantan: primer encuentro con la poesía...
Salud y graccias por compartirlo
Salud y graccias por compartirlo
Todo lo bello tiene una marca de eternidad. Simone Weil
- Gorka Arellano
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Re: Cantar
Jor, JL.Vicent, Gorka. Me alegra que os llegue así.
Gracias por tan generosos comentarios.
Aprendiendo a ser más breve. A veces lo consigo, a veces no.
Abrazos!!
Gracias por tan generosos comentarios.
Aprendiendo a ser más breve. A veces lo consigo, a veces no.
Abrazos!!
"Un poema puede sugerir un instante. Y en ese instante está el universo entero."
Chantal Maillard
Chantal Maillard
Re: Cantar
Un hermoso momento acompañado de buena prosa. Me ha gustado mucho lo que compartiste, Hikari.
Saludos fraternos
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Profundamente emocionado por seguir vivo, hora de remendar mis ropas.
Santôka
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