Caminando por el Dolpo, P. Matthiessen y su compañero tienen súbitamente la revelación del silencio en el que están sumergidos desde su llegada a esos parejes. <<GS dice: "¿Te das cuenta de que no hemos oído ruido de motores, ni siquiera a lo lejos, desde septiembre?". Y es cierto. Ningún avión cruza estas viejas montañas. Nos hemos perdido en otro siglo>>. El silencio remite entonces a una experiencia anterior a la técnica, a un universo sin motor, sin automóviles, sin aviones; es el vestigio arqueológico amenazado de otro tiempo. Y el lento camino de retorno resulta difícil y amargo, pues significa la vuelta al ruido tras meses y meses de paz interior. […]
La búsqueda del silencio es así la exploración sutil de un universo sonoro, apacible, que apela por contraste al recogimiento personal, a la disolución del yo en un clima propicio. El caminante toma esta carretera secundaria para gozar de la serenidad y escuchar y compartir el habla. El silencio es un filón moral cuyo único enemigo mortal es el ruido; es, además, intérprete directo del sentido de las cosas, y la vía directa para el repliegue del yo sobre sí mismo que nos permite retomar el contacto con el mundo. […] El silencio es para el hombre como una poda que lo pone de nuevo en forma y limpia de maleza el terreno en el que se debate. El paseante atento entra lentamente por medio de su oído en sus variados círculos, accediendo a cada instante a un nuevo universo sonoro de los que pueblan el interior del silencio. Descubre así un sentido nuevo; no una simple agudización del oído, sino un sentido íntimamente ligado a la percepción del silencio. Pues si su oído es lo bastante sensible, el hombre puede oír cómo crece la hierba, o cómo las hojas se despliegan en la copa de los árboles, o incluso cómo maduran las frambuesas y la savia fluye lentamente por el tallo de las plantas. Puede oír, de nuevo, el ligero temblor del tiempo que el ruido y la urgencia por hacer algo ocultan de ordinario. Y el silencio es estacional. Sin salir de nuestro entorno, es distinto en enero en un campo envuelto de nieve, o en agosto con el zumbido de multitud de insectos y la explosión de flores y hierbas agostadas por el sol. En un mismo paraje, el silencio cambia cada día.
Extraído del libro: Elogio del caminar. David Le Breton. (Traducc. del francés por Hugo Castignani). Biblioteca de Ensayo SIRUELA; 2015 (tercera edición)
Asombros afines: "Elogio del caminar", David Le Breton
Asombros afines: "Elogio del caminar", David Le Breton
Solo la mano que borra puede escribir lo verdadero. Meister Eckart
Gracias J.L., es maravilloso el texto. Y tan afín al haiku y no sólo a él, sino a cualquier arte.
Todo el texto es para recrearse en él, aunque me ha impactado esta estrofa.
"El silencio es un filón moral cuyo único enemigo mortal es el ruido; es, además, intérprete directo del sentido de las cosas, y la vía directa para el repliegue del yo sobre sí mismo que nos permite retomar el contacto con el mundo. […] El silencio es para el hombre como una poda que lo pone de nuevo en forma y limpia de maleza el terreno en el que se debate".
Pues en eso estamos en aprender a podar y podarnos para oir el silencio.
Muchas gracias por traerlo! _/\_
Todo el texto es para recrearse en él, aunque me ha impactado esta estrofa.
"El silencio es un filón moral cuyo único enemigo mortal es el ruido; es, además, intérprete directo del sentido de las cosas, y la vía directa para el repliegue del yo sobre sí mismo que nos permite retomar el contacto con el mundo. […] El silencio es para el hombre como una poda que lo pone de nuevo en forma y limpia de maleza el terreno en el que se debate".
Pues en eso estamos en aprender a podar y podarnos para oir el silencio.
Muchas gracias por traerlo! _/\_
Así, como hierbas que son, los brotes se abren
Taneda Santôka
Taneda Santôka
Gracias por tan hermoso texto.
La bulliciosa esencia del silencio, la que posibilita el encuentro con todo lo real y auténtico.
Qué inmensamente habitado de sonidos diminutos cuando el ser humano calla, cada estación llena de los suyos, cada hora del día o de la noche.
Gracias por el regalo.
La bulliciosa esencia del silencio, la que posibilita el encuentro con todo lo real y auténtico.
Qué inmensamente habitado de sonidos diminutos cuando el ser humano calla, cada estación llena de los suyos, cada hora del día o de la noche.
Gracias por el regalo.
"a cada grano de arena
su sombra al alba" Hugo Mujica.
su sombra al alba" Hugo Mujica.