Hace unos días después un chubasco:
Ser, como el agua clara de un charco reflejando el mundo. Recibir lo que sea: una última gota de lluvia desde un árbol, las semillas que precipita el viento, un pájaro que se acerca a beber, la sombra de una nube o tal vez una piedra lanzada por alguien... y desaparecer cuando sale el sol.
Tan solo y nada menos, que dedicarse a limpiar el espejo que somos. Un charco nunca puede reflejarse a sí mismo.
Difícil y hermosa tarea.
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