Gracias Mavi por tu intervención, siempre aportando sabiduría.
En la variante que le propuse a Rubens, introduzco el elemento "pararrayos" no sólo porque llega de un aware real sino porque me parece que a pesar de ser un artículo elaborado por el hombre, funciona real o poéticamente como enlace de este con el medio natural. El hombre lo ha creado como ha creado el pájaro carpintero orificios en el almácigo, así lo veo desde mi escaso conocimiento.
Entonces en el primer verso "el morro" para ubicar, en el segundo "el pararrayos" y en el tercero el enfoque del lente para "la gaviota".
Abrazos :D
Castillo
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Entiendo, manglerojo, pero el asunto debe estudiarse en el haiku porque el hombre no ha creado el pararrayos como el picapinos su nido. ¿Cuántos tornillos de nuestra realidad caben en "lo sagrado"? ¿Qué sabemos de la realidad?
Cuando empecé a pintar hojas, lo hacía muy mal (aunque te aseguro que ponía mucho empeño
). Las hojas me parecían objetivamente verdes, o marrones, o rojas... Después de un año empezaba a pintar mejor: no veía ya un verde "objetivo" sino que eran azules aquí, violeta allí, amarillas y rojas en puntos concretos... Llegué al punto de no ver las hojas, de no experimentarlas bajo el patrón "hojas". Finalmente regresaron. Pero ya nunca las vi como antes.
El haiku, más allá de enseñarnos a mirar, va a cuestionar nuestro pensamiento ordinario. ¿Qué es eso de que algo "existe"? ¿"Lo veo, entonces existe" o "me experimento como un yo, luego existo" o "las hojas existen y además son objetivamente verdes"o "hay una causa para cada efecto y ambos existen"? Ordinariamente damos rango de realidad a meras convenciones asumidas. Algunas son perceptivas y psicológicas, claro, otras son de corte cultural y sociológico, etc. y muestran nuestro antropocentrismo, culturalismo, cientificismo, tecnocentrismo... La importancia que damos al objeto de nuestra creación es una forma normalizada de fetichismo.
Añade a esto la explicación de Haya sobre qué puede y qué no puede entrar al haiku. Él dice que "todo merece un haiku", que somos "notarios de lo real" y -aquí viene lo que nadie quiere oír- que en el haiku entra aquello que amamos hasta desear su preservación. Puede emocionarte hasta las lágrimas el movimiento de la cola del mirlo al posarse, el de las alas de un tsugumi al morir, pero no creo que puedas enamorarte de la hélice de tu batidora ni del ruido de un F-18. Ni del pararrayos, claro. Los poetas no tienen problema en incluir fetichismos en sus haikus. Los distinguirás de los haijin con facilidad por ello. El haijin está en un proceso: el haiku-dô. Y distingue entre lo que ve y lo que ama hasta el extremo de guardarlo en su haiku.
Si has leído hasta aquí, te debo una disculpa por el rollo
Un abracico fuerte y muchas gracias _()_
Cuando empecé a pintar hojas, lo hacía muy mal (aunque te aseguro que ponía mucho empeño

El haiku, más allá de enseñarnos a mirar, va a cuestionar nuestro pensamiento ordinario. ¿Qué es eso de que algo "existe"? ¿"Lo veo, entonces existe" o "me experimento como un yo, luego existo" o "las hojas existen y además son objetivamente verdes"o "hay una causa para cada efecto y ambos existen"? Ordinariamente damos rango de realidad a meras convenciones asumidas. Algunas son perceptivas y psicológicas, claro, otras son de corte cultural y sociológico, etc. y muestran nuestro antropocentrismo, culturalismo, cientificismo, tecnocentrismo... La importancia que damos al objeto de nuestra creación es una forma normalizada de fetichismo.
Añade a esto la explicación de Haya sobre qué puede y qué no puede entrar al haiku. Él dice que "todo merece un haiku", que somos "notarios de lo real" y -aquí viene lo que nadie quiere oír- que en el haiku entra aquello que amamos hasta desear su preservación. Puede emocionarte hasta las lágrimas el movimiento de la cola del mirlo al posarse, el de las alas de un tsugumi al morir, pero no creo que puedas enamorarte de la hélice de tu batidora ni del ruido de un F-18. Ni del pararrayos, claro. Los poetas no tienen problema en incluir fetichismos en sus haikus. Los distinguirás de los haijin con facilidad por ello. El haijin está en un proceso: el haiku-dô. Y distingue entre lo que ve y lo que ama hasta el extremo de guardarlo en su haiku.
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La verdad es una tierra sin senderos. Jiddu Krishnamurti