Que bueno Mavi !!!
Que contrapunto entre la brisa y el olor, vacía de brisa, llena de olor, la casa como recepción de lo que no es su espacio sino lo natural reducido a invisible, a intangible, a efímero: una brisa, un olor llenan la casa. Lo que llena la casa es lo que la casa es y esta se ha dado vuelta como un guante para ser cobijo y continente de casi nada : de una brisa inconstante, de un aroma de almendras. Una casa habitada por el olor de almendras, una casa brisa, una casa almendra, en ese instante captado todo se vuelve uno, lo sagrado se revela en el delicado religarse de las cosas : la brisa ha cesado (haiku de lo que no pasa) el interior de una casa es el olor de almendras, todo en ese instante mu-i de la brisa que admite detenerse para dar lugar al ligamen del todo.
Que maravilla haber sido habitantes, a través de tu haiku, de esa casa instante, de ese instante habitable, de esa raja efímera que cuela lo sagrado.
Gracias compañera.
Cesa la brisa
y la casa se llena
de olor a allozas*
*almendruco, almendras verdes.
Abracicos
Maravilloso, Mavi. El cese de la brisa.
Qué bonita esa palabra, alloza. Si de pequeña la oí alguna vez, no la recuerdo.
Lo que sí recuerdo y me lleva a la infancia es el sabor y olor de las almendras verdes, que en mi paladar está unido en el tiempo al sabor de las cerezas.
Muchas gracias!!
Un abrazo.
El asombro es "no dar el mundo por supuesto".
Catherine L'Ecuyer