Seguramente, al leer "orejas de burro", creamos que ya está todo dicho en ese maravilloso haiku de María, pero no es cierto que todo esté dicho ya, ni hablar; queda todo el resto de ese simpático animal (y aún muchas más cosas) para imaginarnos si está alegre o serio, si cargado hasta los topes de leña y ramaje o liviano y juguetón como el de Juan Ramón, el color del pelaje, qué se yo... ¿Creeis que existen dos burros iguales? Nada de eso. Y eso sólo en cuanto al burro, ¿y del resto del cuadro? Lo sugestivo del haiku de María no está en saber o no si dichas orejas son de qué animal, sino del resto, de "ese iceberg" que no se ve como en cualquier buen haiku.
Un cordialísimo saludo a tod@s
José Luis