contemplar la piedra
contemplar el ocaso
serenamente
cualquiera (serenidad)
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- Maramín
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Yo
Al leerlo por primera vez pensé:"Yo hubiera escrito":
contemplar la piedra
cambiante en el ocaso
serenamente.
Me alegra no haber dicho nada, con el comentario de Enrique y tu confirmación veo que hubiera cambiado la impresión.
Saludos...
Maramín
contemplar la piedra
cambiante en el ocaso
serenamente.
Me alegra no haber dicho nada, con el comentario de Enrique y tu confirmación veo que hubiera cambiado la impresión.
Saludos...
Maramín
Amigos valencianos,
por fin un poco de tiempo-tranquilidad, ahí va mi "contexto", deteniéndome un poco en cada detalle.... disfrutando vamos, que es de lo que se trata:
Entre el castillo musulmán y las ruinas del teatro romano hay unos senderos de tierra que los arqueólogos ya no transitan. Unas vallas fáciles de apartar indican que el acceso está restringido a toda persona ajena a la obra, pero en la primera curva se puede contemplar perfectamente el ocaso. Una gran piedra se haya en ella, como esperando a algún espectador. Esa tarde yo estaba allí: el viento entre las flores, que adelanta el frescor de la noche; los colores cambiantes del cielo; las nubes y los mirlos; el vaivén de aquellos árboles que no se fija en la memoria... Tantas cosas... Y junto a la enorme piedra, otra más pequeña junto al sendero. ¡Qué confusión de sensaciones al contemplar el ocaso! Sin embargo, aquella piedra parecía no “estar” allí presente, no coparticipar de todo aquel entramado de impresiones que conforman el atardecer: parecía no conmoverse, no interesarse, no involucrarse en aquel prodigio... Al tiempo comprendí: aquella piedra no tenía que formar parte de ninguna maravilla, de ningún prodigio; ella, serena y eterna, era la maravilla y era el prodigio.
Un placer.
por fin un poco de tiempo-tranquilidad, ahí va mi "contexto", deteniéndome un poco en cada detalle.... disfrutando vamos, que es de lo que se trata:
Entre el castillo musulmán y las ruinas del teatro romano hay unos senderos de tierra que los arqueólogos ya no transitan. Unas vallas fáciles de apartar indican que el acceso está restringido a toda persona ajena a la obra, pero en la primera curva se puede contemplar perfectamente el ocaso. Una gran piedra se haya en ella, como esperando a algún espectador. Esa tarde yo estaba allí: el viento entre las flores, que adelanta el frescor de la noche; los colores cambiantes del cielo; las nubes y los mirlos; el vaivén de aquellos árboles que no se fija en la memoria... Tantas cosas... Y junto a la enorme piedra, otra más pequeña junto al sendero. ¡Qué confusión de sensaciones al contemplar el ocaso! Sin embargo, aquella piedra parecía no “estar” allí presente, no coparticipar de todo aquel entramado de impresiones que conforman el atardecer: parecía no conmoverse, no interesarse, no involucrarse en aquel prodigio... Al tiempo comprendí: aquella piedra no tenía que formar parte de ninguna maravilla, de ningún prodigio; ella, serena y eterna, era la maravilla y era el prodigio.
Un placer.
- Maramín
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Piedra
Intentando sentir siguiendo la explicación que nos das, es la piedra el sujeto principal del haiku por lo que es me ocurre:
Contemplar la piedra
inmune ante el ocaso
serenamente.
Saludos...
Maramín
Contemplar la piedra
inmune ante el ocaso
serenamente.
Saludos...
Maramín
Y luego dicen que "menos da una piedra..."
Muy buen haiku, Maramín, pero creo que, con "tanto" tiempo, al final me he ido por las ramas y no he expresado el hecho central. Así que ahora, con mayor brevedad, intentaré, por fin desvelarlo (si puedo)
Aquella piedra, que era parte del ocaso, pero parecía, al mismo tiempo, dada su quietud y "serenidad", no formar parte de él, llegó a ser una parte de mí, de mí experiencia, de mi sentir, dotándome del desinterés, de la quietud y de la serenidad de que hacía gala. Creo que me olvidé de mí mismo y me centré en la experiencia del ocaso desde la perspectiva de la piedra, en todo ese maramagnum de sensaciones impregnando el ambiente y desapareciendo sin siquiera hacer mella en la infinitud de esa piedra, que permanecerá más allá de aquel momento y de mí mismo.
Y sigo sin saber si me he explicado con claridad.... Me parece mejor, aún la explicación de Enrique que la mía: esto es cómo San agustín -creo- que decía que si le preguntaban qué era el tiempo, no sabía qué contestar, pero que si no se lo preguntaban, sí lo sabía. ¡A ver esto cómo se come!
Un placer.
PD: creo que el problema de entendernos es la distancia y la escritura, en vez de esa oralidad tan increible que tenemos los españoles.
Muy buen haiku, Maramín, pero creo que, con "tanto" tiempo, al final me he ido por las ramas y no he expresado el hecho central. Así que ahora, con mayor brevedad, intentaré, por fin desvelarlo (si puedo)
Aquella piedra, que era parte del ocaso, pero parecía, al mismo tiempo, dada su quietud y "serenidad", no formar parte de él, llegó a ser una parte de mí, de mí experiencia, de mi sentir, dotándome del desinterés, de la quietud y de la serenidad de que hacía gala. Creo que me olvidé de mí mismo y me centré en la experiencia del ocaso desde la perspectiva de la piedra, en todo ese maramagnum de sensaciones impregnando el ambiente y desapareciendo sin siquiera hacer mella en la infinitud de esa piedra, que permanecerá más allá de aquel momento y de mí mismo.
Y sigo sin saber si me he explicado con claridad.... Me parece mejor, aún la explicación de Enrique que la mía: esto es cómo San agustín -creo- que decía que si le preguntaban qué era el tiempo, no sabía qué contestar, pero que si no se lo preguntaban, sí lo sabía. ¡A ver esto cómo se come!
Un placer.
PD: creo que el problema de entendernos es la distancia y la escritura, en vez de esa oralidad tan increible que tenemos los españoles.