Al leer tu explicación -que te agradezco mucho- me ha quedado meridianamente claro que ese "tierra en las botas" no nos sitúa adecuadamente en la escena, José Manuel

. No he montado invernaderos pero he plantado alcachofas. Seguro que me entiendes tan bien como yo a ti:
Con la alcachofa,
se clavan en el barro
los plantadores
Bashô decía de sus discípulos que eran aquellos que aprendían
fûryû en su casa. Aprendían a huir del ruido, a sumergirse en la Naturaleza y a escuchar desde el silencio interior. Qué lejos estamos de eso cuando la tarea nos está sacando de nuestras casillas. "Estoy tan irritado que no soporto seguir escuchando a la cigarra". ¿Es un haiku? Pues sí. Los
haijin no somos santos ni estamos obligados a soportar que nos piquen las pulgas. Pero hay un yo muy fuerte ahí, muy fiero, que no soporta la fuerza con la que se afirma otro ser efímero en el mundo. Si algo tiene que callar es ese yo, no la cigarra. Es de eso de lo que te hablaba el compañero Gorka. Puedo mostrar el malestar, la dificultad de la tarea y la persistencia del animalillo sin convertir mi irritación en el centro:
Las piedrecillas
colándose en mis botas...
Chirría una cigarra
Nos sirve aquí muy bien un ejemplo clásico:
Inu o utsu
ishi no satenashi
fuyu no tsuki
犬を打つ石のさてなし冬の月
Ni una mala piedra
que tirarle al perro...
Luna de invierno.
(Traducción de Vicente Haya)
Este Taigi, tan harto del perro que solo piensa ya en apedrearlo, acaba escribiendo ese pedazo de haiku. La irritación le ha servido para "dar" con un asombro... pero no es la dueña de ese haiku. El malestar ha pasado a un plano muy secundario.
Puedo confesar en el haiku que no soy ningún santo... pero la Naturaleza, esa Naturaleza que me ha irritado, es perfecta tal y como es.
Abracicos y muchas gracias siempre, ñero
