el rodar y el pararse de una hoja seca ... -
¡cómo se parece a mi vida!
cualquiera (vida)
Muchas gracias, María: que a un haijin como tú le "haya llegado" este poema significa mucho para mí... Por lo demás, he de confesarte que fue un haiku instantáneo y en ningún momento pretendí elaborar una máxima filosófica. Teniendo en cuenta mi momento en la vida y el "fatum" de que se cruzara esa hoja seca por mi camino fui incapaz de escribir otra cosa. Te cuento.
Fue en una curva en donde el camino ascendía rodeado de árboles y atravesado por la brisa de aquel día. Pronto sería la hora del almuerzo y en el mundo se plasmaba el don de la soledad: sin hombres deambulando hacia ninguna parte, todo parecía poder disfrutarse por primera vez. Acostumbrado al sonido y al movimiento de las ramas de los eucaliptos, casi no les prestaba atención. Una brisa recorrió el suelo e hizo rodar una hoja seca cuatro o cinco veces y desapareció. Me di cuenta de que, entre todos aquellos árboles, ese efímero movimiento sobre el suelo había atrapado a mi corazón: había sido algo completamente inesperado. Surgido de la nada, el viento había revolcado aquella hoja sin vida por el suelo y luego la había abandonado, con la misma fugacidad con que empezó a empujarla. Arrastrado, como la hoja seca sobre el suelo, por mis sentimientos, por mis ideas, por mis prejuicios, sin saber casi nunca el porqué de mis dudas y mis cavilaciones... Contemplando aquella hoja caída de un árbol:
el rodar y el pararse de una hoja seca ... -
¡cómo se parece a mi vida!
Muchas Gracias, María. Un placer.
PD: tengo tiempo para escribir hoyyyyyyyyyyyyyyy. Increible.
Fue en una curva en donde el camino ascendía rodeado de árboles y atravesado por la brisa de aquel día. Pronto sería la hora del almuerzo y en el mundo se plasmaba el don de la soledad: sin hombres deambulando hacia ninguna parte, todo parecía poder disfrutarse por primera vez. Acostumbrado al sonido y al movimiento de las ramas de los eucaliptos, casi no les prestaba atención. Una brisa recorrió el suelo e hizo rodar una hoja seca cuatro o cinco veces y desapareció. Me di cuenta de que, entre todos aquellos árboles, ese efímero movimiento sobre el suelo había atrapado a mi corazón: había sido algo completamente inesperado. Surgido de la nada, el viento había revolcado aquella hoja sin vida por el suelo y luego la había abandonado, con la misma fugacidad con que empezó a empujarla. Arrastrado, como la hoja seca sobre el suelo, por mis sentimientos, por mis ideas, por mis prejuicios, sin saber casi nunca el porqué de mis dudas y mis cavilaciones... Contemplando aquella hoja caída de un árbol:
el rodar y el pararse de una hoja seca ... -
¡cómo se parece a mi vida!
Muchas Gracias, María. Un placer.
PD: tengo tiempo para escribir hoyyyyyyyyyyyyyyy. Increible.