En la seguridad de un techo firme puedo concentrarme en el caudal que baja con fuerza del cerro, de ello hablamos a la luz de las velas, porque la energía eléctrica se fue a los pocos minutos de empezada la tormenta; discutimos si esta es una fluctuación natural del clima o si es en verdad una manifestación del famoso cambio climático. Cada quien aporta sus argumentos, el más antiguo de la casa se decanta por la primera opción, nos cuenta como hace 50ypico de años (años más, años menos) una inundación desbordó el río y anegó durante 4 días el centro del pueblo; expreso cierto escepticismo, disimulado como sorpresa, nunca he visto eso y me es difícil imaginarlo. Después de una hora dejó de escucharse cómo bufaban el viento contra el cerro, y ya sólo se escuchaba cómo del techo caía, aún, el exceso de agua.
Doy el último sorbo a mi café, doy las gracias por la posada y regreso con prisa a mi casa, no quiero preocupar a nadie allá porque la señal también se interrumpió y el celular ya sólo funciona como cámara. Desafortunadamente la mía es muy mala y no alcanza para captar, aparte de hacerlo en papel, lo que veo:
Tras el chubasco
Luz brumosa de casas
al pie del cerro.
Ha sido un día extrañamente productivo.
