Senda de sauces, de Verónica Aranda
- Luis Carril
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Senda de sauces, de Verónica Aranda
Hoy he pasado por mi librería favorita y, mientras esperaba a que me atendiesen, a mi ojo derecho le saltó la alarma porque en un anaquel percibió la palabra “haiku”. Tomé en mis manos un pequeño libro, con unas tapas muy bien acabadas y decoradas y leí el título completo: “Senda de sauces (99 haikus)”.
Lo cierto es que la comunidad haijin hispana en Internet es lo suficientemente activa como para que nos conozcamos –si no todos- muchos de nosotros. Y no es menos cierto que hemos escarmentado ya de las muchas veces que, cuando un autor que no conocemos publica algo con la palabra “haiku” en el título, el resultado al abrir el libro es decepcionante o incluso irritante.
Por eso es da alegría cuando no es así. Debo reconocer que abrí “Senda de sauces” con los prejuicios que ya imagináis, y en este caso pronto se quedaron sin fundamento. Una autora, Verónica Aranda (con una vida por cierto muy interesante, por lo que se puede leer en la reseña), que por lo menos yo no conocía, y escribiendo buen haiku. No sé dónde aprendió el arte, pero me congratula enormemente porque sus haiku destilan un espíritu muy afín al que pretendemos mantener y respetar tanto aquí como en Paseos y en No-michi. Toda una sorpresa y toda una sensación… fraterna.
El prólogo lo escribe otra mujer que yo tampoco conocía, Alicia Andrés Ramos, y es, en sí mismo, otro valor más del libro. De entre su prosa tan apasionada como documentada entresaco alguna frase que sintoniza completamente con las ideas que me han inculcado mis compañeros veteranos, mis maestros, todos estos años: “el haiku es el género del desprendimiento”.
No diré que todos los ejemplos resulten de una ortodoxia académica porque no es así. Pero las excepciones son lo suficientemente gráciles, lo suficientemente no estridentes, como para que en realidad no desentonen lo más mínimo con el haimi que domina todo el libro. Sin haberme detenido a paladear los haiku de “Senda de sauces” como es debido, os quiero dejar unos ejemplos:
El aguador
pasa sed y bosteza.
Día de ayuno.
Entre el pinar
las últimas cigarras.
Enmudecemos.
La niña peina
su muñeca sin ojos.
Valles de té.
Lo cierto es que la comunidad haijin hispana en Internet es lo suficientemente activa como para que nos conozcamos –si no todos- muchos de nosotros. Y no es menos cierto que hemos escarmentado ya de las muchas veces que, cuando un autor que no conocemos publica algo con la palabra “haiku” en el título, el resultado al abrir el libro es decepcionante o incluso irritante.
Por eso es da alegría cuando no es así. Debo reconocer que abrí “Senda de sauces” con los prejuicios que ya imagináis, y en este caso pronto se quedaron sin fundamento. Una autora, Verónica Aranda (con una vida por cierto muy interesante, por lo que se puede leer en la reseña), que por lo menos yo no conocía, y escribiendo buen haiku. No sé dónde aprendió el arte, pero me congratula enormemente porque sus haiku destilan un espíritu muy afín al que pretendemos mantener y respetar tanto aquí como en Paseos y en No-michi. Toda una sorpresa y toda una sensación… fraterna.
El prólogo lo escribe otra mujer que yo tampoco conocía, Alicia Andrés Ramos, y es, en sí mismo, otro valor más del libro. De entre su prosa tan apasionada como documentada entresaco alguna frase que sintoniza completamente con las ideas que me han inculcado mis compañeros veteranos, mis maestros, todos estos años: “el haiku es el género del desprendimiento”.
No diré que todos los ejemplos resulten de una ortodoxia académica porque no es así. Pero las excepciones son lo suficientemente gráciles, lo suficientemente no estridentes, como para que en realidad no desentonen lo más mínimo con el haimi que domina todo el libro. Sin haberme detenido a paladear los haiku de “Senda de sauces” como es debido, os quiero dejar unos ejemplos:
El aguador
pasa sed y bosteza.
Día de ayuno.
Entre el pinar
las últimas cigarras.
Enmudecemos.
La niña peina
su muñeca sin ojos.
Valles de té.
- Hadaverde
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Puedes conocer más sobre esta autora visitando su blog http://veronicaaranda.blogspot.com/ :wink:
- Luis Carril
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Gracias a ambos, tiene buena pinta :wink:
"Si supiera que el mundo se ha de acabar mañana, aún hoy plantaría un árbol" Martin Luther King Jr.
http://elreflejodeuzume.blogspot.com/
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- Luis Carril
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Verónica Aranda está incluida en la antología de Perro sin dueño, libro que se publicó por motivo del
II Concurso Internacional de haiku de la Facultad de Derecho de Albacete.
Me alegro leer tu noticia Susana. Esa antología es esperada tanto como el agua que no termina de caer en este otoño.
Un abrazo,
II Concurso Internacional de haiku de la Facultad de Derecho de Albacete.
Me alegro leer tu noticia Susana. Esa antología es esperada tanto como el agua que no termina de caer en este otoño.
Un abrazo,
- Luis Carril
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- Luis Carril
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Creo, Luis, que has cumplido perfectamente tu misión de moderador, abriendo una senda para los que no conocíamos a esta escritora y dejando espacio para que se expresen los que tenían algo que decir.
He echado un vistazo por su blog y me ha gustado lo que he visto en él. Y muy interesante su vida, sí.
En cuanto a los nuevos libros de haiku, me he sentido identificada con lo que cuentas. Sin ir más lejos, hace unos días vi en mi librería favorita un libro precioso, con magníficas fotos y una cuidadísima edición... En el título aparecía la palabra "haiku". Con esperanza, lo abrí y ¡ay! los prometidos "haikus" iban en la línea de Mario Benedetti ... qué lástima. Me hubiera comprado el libro pero mi conciencia no lo pudo soportar.
Gracias a todos por estos tesoros. Un abrazo
He echado un vistazo por su blog y me ha gustado lo que he visto en él. Y muy interesante su vida, sí.
En cuanto a los nuevos libros de haiku, me he sentido identificada con lo que cuentas. Sin ir más lejos, hace unos días vi en mi librería favorita un libro precioso, con magníficas fotos y una cuidadísima edición... En el título aparecía la palabra "haiku". Con esperanza, lo abrí y ¡ay! los prometidos "haikus" iban en la línea de Mario Benedetti ... qué lástima. Me hubiera comprado el libro pero mi conciencia no lo pudo soportar.
Gracias a todos por estos tesoros. Un abrazo
"Sin renunciar de este mundo, quisiera enseñar a mi corazón, que fluya noche y día, como el agua clara" Chiyo-ni
- Luis Carril
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Creo que la actitud más correcta ante estas publicaciones debe ser antes pedagógica que airada. De la primera (la pedagógica) se puede sacar buen provecho, e incluso hacerle un favor a algún despistado y ponerlo precisamente tras la pista del haiku. De la segunda (la airada) te puedes encontrar envuelto en una trifulca con alguien que seguramente reaccione manteniéndose en sus trece, y tú también te habrás alejado un pasito del haiku-do. Vamos, me parece a mí.
Un abrazo, gente; un abrazo, Toñi.
Un abrazo, gente; un abrazo, Toñi.
- Luis Carril
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Pues me envía Verónica una reseña de su libro escrita por Esthér Giménez, por si nos interesa.
Aquí la dejo:
La poesía de Verónica Aranda se posa sutil sobre el silencio, como la garza en el río, huella borrada que apenas es huella. Su Senda de Sauces avanza sibilante y sigilosa y nos embauca con su música de viento. Comienza la obertura con sonido de oboes, atmósfera grave y serena que nos prepara y concentra en el camino. Nos brinda la poeta su andadura en cuatro estaciones, fiel al espíritu del haiku, que formalmente alude a los elementos naturales en los que se enmarca la experiencia poética. Las instantáneas entresacadas de cada época de del año se tiñen de las sensaciones, vivencias, lecturas y recuerdos de la poeta; imágenes que quedan así cubiertas por un envoltorio imperceptible, por una niebla que empaña lo superfluo y solo deja pasar lo esencial; una realidad fragmentada, inacabada ¬–no en vano la autora elige que sus haikus sean 99, número que queda abierto a lo inesperado pero que a la vez ilustra la repetición, la continuidad, como el círculo que comienza y acaba en sí mismo, puerta que se abre pero que también se cierra.
La primavera es el punto de inicio de este ciclo, estación cuyo sentido se resume en la cita introductoria de Yamaguchi Sodô: “no hay nada y está todo”; una unión de contrarios que bien refleja la eterna lluvia, en sí movimiento y quietud, el ruido y el silencio, lo común y lo inesperado:
“Lluvias continuas.
Por mi choza modesta
saltan las ranas.”
Pequeños sobresaltos de vida aguardan escondidos tras lo cotidiano, elementos que enriquecen el viaje –siempre presente– pero que también lo salpican de misterio:
“Vuelvo a mi choza
por la senda de sauces.
Ardillas grises.”
El verano llega y con él la zozobra, el encallamiento, el desasosiego. La naturaleza se vuelve molesta, insidiosa y cómplice de nuestras miserias: avispas, mosquitos, espigas, que inoculan pereza, soledad, hastío. El viajero se guarda de lo natural y se diluye entre las calles, las gentes y sus hábitos, bajo un sol de justicia que ilumina con fuego las desdichas humanas. No obstante, aún quedan refugios para la ensoñación:
“Por la pantalla
de cine de verano
la mariposa.”
Adelante, amenaza el otoño. Un largo camino en solitario que agudiza la más profunda añoranza:
“Te vi pasar;
luego el largo camino
y la hojarasca.”
El ser se desmiembra como lo hace la vida alrededor; una capa efímera y presente cubre y consuela del dolor pasado, como los crisantemos caídos que, en voz de la poeta, tan bellamente ocultan la sangre del ciervo herido. El viajero está cansado y melancólico, pero su sed de camino aún no se apaga.
Con el invierno, el luto blanco, la nieve que desorienta al caminante. La nieve persistente que cae y reposa, que todo lo cubre, sin distinción, que nos deshumaniza:
“Tras el biombo
se maquilla la viuda.
Llega el invierno”.
Verónica abandona la senda por el momento, pero la senda y los sauces permanecen, de la tierra manan y a la tierra vuelven. La autora cierra el círculo pintándolo de blanco, dándole opacidad y deslumbramiento. Como el papel del calígrafo rotundamente blanco antes de la tinta; la página no escrita del poeta, que en su seno ya es asombro, espera todavía, “con rastro de cien ciudades” y otros viajes en ciernes.
Aquí la dejo:
La poesía de Verónica Aranda se posa sutil sobre el silencio, como la garza en el río, huella borrada que apenas es huella. Su Senda de Sauces avanza sibilante y sigilosa y nos embauca con su música de viento. Comienza la obertura con sonido de oboes, atmósfera grave y serena que nos prepara y concentra en el camino. Nos brinda la poeta su andadura en cuatro estaciones, fiel al espíritu del haiku, que formalmente alude a los elementos naturales en los que se enmarca la experiencia poética. Las instantáneas entresacadas de cada época de del año se tiñen de las sensaciones, vivencias, lecturas y recuerdos de la poeta; imágenes que quedan así cubiertas por un envoltorio imperceptible, por una niebla que empaña lo superfluo y solo deja pasar lo esencial; una realidad fragmentada, inacabada ¬–no en vano la autora elige que sus haikus sean 99, número que queda abierto a lo inesperado pero que a la vez ilustra la repetición, la continuidad, como el círculo que comienza y acaba en sí mismo, puerta que se abre pero que también se cierra.
La primavera es el punto de inicio de este ciclo, estación cuyo sentido se resume en la cita introductoria de Yamaguchi Sodô: “no hay nada y está todo”; una unión de contrarios que bien refleja la eterna lluvia, en sí movimiento y quietud, el ruido y el silencio, lo común y lo inesperado:
“Lluvias continuas.
Por mi choza modesta
saltan las ranas.”
Pequeños sobresaltos de vida aguardan escondidos tras lo cotidiano, elementos que enriquecen el viaje –siempre presente– pero que también lo salpican de misterio:
“Vuelvo a mi choza
por la senda de sauces.
Ardillas grises.”
El verano llega y con él la zozobra, el encallamiento, el desasosiego. La naturaleza se vuelve molesta, insidiosa y cómplice de nuestras miserias: avispas, mosquitos, espigas, que inoculan pereza, soledad, hastío. El viajero se guarda de lo natural y se diluye entre las calles, las gentes y sus hábitos, bajo un sol de justicia que ilumina con fuego las desdichas humanas. No obstante, aún quedan refugios para la ensoñación:
“Por la pantalla
de cine de verano
la mariposa.”
Adelante, amenaza el otoño. Un largo camino en solitario que agudiza la más profunda añoranza:
“Te vi pasar;
luego el largo camino
y la hojarasca.”
El ser se desmiembra como lo hace la vida alrededor; una capa efímera y presente cubre y consuela del dolor pasado, como los crisantemos caídos que, en voz de la poeta, tan bellamente ocultan la sangre del ciervo herido. El viajero está cansado y melancólico, pero su sed de camino aún no se apaga.
Con el invierno, el luto blanco, la nieve que desorienta al caminante. La nieve persistente que cae y reposa, que todo lo cubre, sin distinción, que nos deshumaniza:
“Tras el biombo
se maquilla la viuda.
Llega el invierno”.
Verónica abandona la senda por el momento, pero la senda y los sauces permanecen, de la tierra manan y a la tierra vuelven. La autora cierra el círculo pintándolo de blanco, dándole opacidad y deslumbramiento. Como el papel del calígrafo rotundamente blanco antes de la tinta; la página no escrita del poeta, que en su seno ya es asombro, espera todavía, “con rastro de cien ciudades” y otros viajes en ciernes.
- Luis Carril
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Hola, gente.
Me pide Verónica Aranda que si por favor le puedo anunciar próximas presentaciones de su "Senda de sauces", cosa que haré con mucho gusto. Ahí van:
-Toledo, viernes 20 de abril, a las 20h. Lugar: Hotel Hilton Buenavista
-La noche de los libros, Torrejón de Ardoz, lunes 23 de abril, a las 20h. Lugar: Librería Arriero, C/ Los Curas, 33. Torrejón de Ardoz (Madrid).
-Madrid, lunes 23 de abril, 22.30h. Lugar: Sala Triángulo. C/ Zurita, 20 (metro: Lavapiés)
-El Espinar (Segovia)-Lyceum Club María Zambrano, miércoles 25 de abril, 19.30h Lugar: Restaurante El Espino, Pza. Altozano, 4, El Espinar.
Un abrazo.
Me pide Verónica Aranda que si por favor le puedo anunciar próximas presentaciones de su "Senda de sauces", cosa que haré con mucho gusto. Ahí van:
-Toledo, viernes 20 de abril, a las 20h. Lugar: Hotel Hilton Buenavista
-La noche de los libros, Torrejón de Ardoz, lunes 23 de abril, a las 20h. Lugar: Librería Arriero, C/ Los Curas, 33. Torrejón de Ardoz (Madrid).
-Madrid, lunes 23 de abril, 22.30h. Lugar: Sala Triángulo. C/ Zurita, 20 (metro: Lavapiés)
-El Espinar (Segovia)-Lyceum Club María Zambrano, miércoles 25 de abril, 19.30h Lugar: Restaurante El Espino, Pza. Altozano, 4, El Espinar.
Un abrazo.